VALÈNCIA. Nafti vende muy bien el producto. Su discurso es de los que apetece escuchar. Era necesario respirar un aire renovado, que no estuviera tan contaminado por el lastre acumulado. Pero también siento que se está sobreexponiendo en exceso por esa responsabilidad que conlleva llevar las riendas de un equipo con una exigencia mayúscula. He insistido en mis últimas reflexiones en que es más importante la mentalidad que la calidad. La concienciación que los argumentos puramente futbolísticos. Que por mucho fuera de serie que sea el jugador en cuestión (o los jugadores porque son varios los que pueden que no comiencen la temporada) sería contraproducente ocupar fichas con integrantes a disgusto. Aunque tampoco estamos para debilitar el proyecto deportivo más de la cuenta en la travesía hacia el ascenso.
Ojo que entiendo que entre jugar en Primera o Segunda no hay color, y que pese al fracaso del descenso haya unos cuantos que quieran quemar sus opciones para seguir entre los mejores, así como que el granota militante prefiera hacer borrón y cuenta nueva y empezar de cero con una implicación sin fisuras. Sinceramente, estoy más en esa segunda corriente, con matices porque hay salidas que trastocarían más que otras, e igualmente tengo clarísimo que no va a ser fácil contentar a todo el mundo. Cada uno haríamos nuestra ‘lista negra’. Lo que recomendaría es que no nos volvamos locos con todo lo que suena sobre los muchos que están en la rampa de salida. Está claro que sería un Levante diferente con De Frutos, Campaña o Roger… que sin ellos.
Vuelvo con Nafti, que me desvío muy rápido. El técnico no esconde que hay futbolistas que le han dicho que no quieren jugar en Segunda. Ha sido el mensaje más repetido en sus recientes entrevistas en la concentración en El Saler y que más ha calado por mucho que no haya sorprendido en exceso porque era un secreto a voces. Esa sinceridad engancha y es arriesgada, aunque matizara que el compromiso de los que tienen su futuro en interrogante va a ser total mientras estén en el equipo y así que se lo están demostrado diariamente. El mercado está muy parado, no solamente en el Levante, pero al final pondrá a todos en su sitio. Abrirá y cerrará puertas. Aún quedan dos semanas de julio y todo agosto. Un mundo. Entre los que ahora están (más de una treintena) y acaben conformando el engranaje definitivo después de tres jornadas disputadas (Huesca, Zaragoza y Tenerife) puede pasar de todo… o no. Este Levante es impredecible. Es lo que tiene la revolución interna obligada tras el descenso.
Después de haber estado las últimas cinco temporadas en Primera, ahora nos toca empaparnos de una categoría con otro código. Con otros 21 equipos y más de una docena con una mentalidad clara de ‘play-off’ o de ascenso directo… y solamente hay tres plazas que valen para no sentir que se ha fracasado. Es simplemente estadística y por mucho que se intente suavizar ese yugo y quitar presión, es la puñetera realidad. Por supuesto que lo que hizo el Levante de Muñiz suena a imposible de repetir, que Valladolid y Almería subieron directamente sobre la bocina y que el Eibar se estrelló cuando acariciaba la gloria. Habrá que sudar sangre hasta el final para acabar recuperando el terreno perdido. Aunque el míster persiga que no se hable tanto del ascenso, va a tener que seguir conviviendo con este panorama día tras día. El arranque de la temporada incrementará o reducirá esa obligación porque hay que subir sí o sí. La pelotita dictará sentencia. Insisto en que el discurso de Nafti me convence, pero sus palabras tendrán el impacto deseado si se traducen en hechos desde el estreno ante el Huesca del viernes 12 de agosto en el Ciutat.
Las primeras caras nuevas encajan en esa descripción obligada por el escenario y los condicionantes. No oculto que he tenido que reciclarme y adaptarme al nuevo escenario. Todos debemos tener el chip de Segunda en su sitio. De base conocía muy poquito de Joan Femenías, Álex Muñoz y Joni Montiel. Con los tres, además del fichaje que aún no es oficial de Róber Ibáñez, a muerte desde el primer instante. Joan generará un extra de competencia entre palos a un Cárdenas que parte con la ‘pole’. Estoy muy tranquilo con los dos y aún más después de que el Espanyol eligiera al francés Benjamin Lecomte porque el ‘run-run’ alrededor de Dani ahí estaba.
Con Álex Muñoz se repite un argumento: el Levante ha fichado al mejor lateral izquierdo de Segunda. Sucedió con Clerc y Franquesa. El matiz es que Álex ha brillado tras su reconversión al carril zurdo ya que de base fue central. Esa dualidad es un lujazo. Lateral en 4-4-2, central sobre todo en defensa impar, y también de carrilero en zaga de cinco por su profundidad y facilidad para aparecer en el área rival. Ese 3-4-3 (o 5-3-2 según como se mire) es el esquema que ronda ahora en la mente de Nafti y que ya empleó en el Leganés. Me gusta su fichaje del ex del Tenerife, aunque me transmite incertidumbre los problemas en su rodilla izquierda que condicionaron su rendimiento en la recta final de la temporada pasada. Hasta ese revés fue indiscutible.
De momento, el que me genera más curiosidad es Joni Montiel. Un talento que todavía no ha explotado desde que debutara en Primera División con el Rayo Vallecano a sus 17 años y 108 días. Fue en el Santiago Bernabéu, en la recta final de un encuentro que acabó con un marcador que no es necesario recordarlo. Paco Jémez le dio la alternativa, convirtiéndose en el futbolista más joven de la factoría de Vallecas en irrumpir en la máxima categoría. Luego jugaría siete partidos más. Prometía y mucho. Quizás era demasiado joven para llevar las riendas de un equipo profesional. Todo lleva su proceso y él todavía no ha sentido esa confianza suficiente para explotar sus virtudes con regularidad. Por supuesto que también hay que ganársela para crecer en un vestuario con aspiraciones. En el Levante las tendrá: el regreso a la élite. A sus 23 años aún no ha plasmado toda esa imaginación que se le vislumbraba cuando se estrenó en Primera, aún sin la mayoría de edad, y que además le propulsó a las inferiores de la selección.
Hay jugadores que no se quitan la etiqueta de revulsivo y Joni eso uno de ellos. Es un desatascador de partidos enrevesados. Un ‘plan B’ perfecto, pero en Orriols no quiere conformarse con ser un solucionador de problemas sobre la marcha gracias a sus mejores cualidades: su regate en corto, su remate de larga distancia y el pase. Un zurdito habilidoso con mucha clase que se desenvuelve mejor arrancado desde la derecha y así aparecer por el centro. Porque no es un jugador puro de banda. Es un mediapunta clásico, una de esas ‘especies’ prácticamente en extinción. Felipe Miñambres lo conocía de sobra de su estancia en Madrid como director deportivo del Rayo. Su presencia fue clave, el mejor aval, para ganarle la partida al Oviedo de Tito, que tenía encarrilada una segunda cesión. Ha jugado 80 partidos en Segunda, pero solamente nueve como titular.