Una carta para ti, Barragán

VALENCIA. Siempre fuimos muy jocosos contigo, Barragán. Puede que porque fuera lo fácil (el apellido y ese latido infantil de sacar broma de cualquier gilipollez). Puede que porque simbolizaras un Valencia que no se podía tomar en serio a sí mismo, aspirando a mucho más de lo que en apariencia podía (no sé por qué hablo en pasado).

Era fácil porque eras buena munición contra quienes te ficharon, resignados a aplicar un Valencia de marca blanca alimentado de jugadores de serie B. Era fácil también porque tú apenas presentabas oposición ni eras ruidoso y te limitabas a dejarte llevar por la corriente. Profesionalidad silenciosa y centros, en ocasiones, desmedidos. 

Nunca fuiste visto como un lateral a la altura del Valencia (lo sorprendente hubiese sido lo contrario) pero en lugar de dejarte avasallar por la realidad te prodigaste en ser hormiga y hacer camino… puede que en ocasiones sin reparar en tu espalda. Frente a donnadies hinchados de ego, nunca quisiste aparentar lo que no eras. 

Fue lo fácil contigo, Barragán, porque era más terapéutico. Chismorrear sobre tu rendimiento, el de un jugador reserva y fondo de armario en el Valencia, evitaba tener que analizar otros problemas más gruesos: el escaso rendimiento de los refuerzos que sí estaban llamados a liderar el proyecto. Lo tuyo, en fin, solo era anécdota. Si los que debían responder hubieran respondido, si los que debían ser buenos entrenadores lo hubieran sido, quizá hubieses pasado desapercibido, disimulado en el contexto favorable y tenido en cuenta como un suplente provechoso. 

No era el mejor momento para tu estancia en el Valencia, Barragán, y por eso jugaste más de lo que podríamos haber imaginado. De haber sido mejor momento habrías tenido muchos menos minutos. 

Seremos un poco del Middlesbrough por ti. Solo por ti. Y ojalá que, suceda lo que suceda, siempre haya alguien en Mestalla que lleve tras la camiseta tu nombre como agradecimiento por la humilde constancia y como recordatorio de una máxima: a veces con profesionalidad no basta.