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opinión

Una columna en blanco

Es sabido que en el club no hay nadie; que la plantilla no tiene a quién recurrir para sentirse arropada o exigida porque más allá del vestuario existe el vacío. Que la ausencia de pastor es demoledora...

23/11/2016 - 

VALENCIA. Al final, echas cuentas, y resulta que llevas un año hablando de lo mismo. ¿Qué más decir cuando está todo dicho?

Es sabido que en el club no hay nadie; que la plantilla no tiene a quién recurrir para sentirse arropada o exigida porque más allá del vestuario existe el vacío. Que la ausencia de pastor es demoledora. En tiempos donde el rebaño necesita una voz y un hombro sobre el que apoyarse sólo encuentra ausencias y silencios ante el avance del lobo. Así se genera desafección, y esta gente necesita en tales instantes generar todo lo contrario. Si a estas alturas no lo han entendido, para qué insistir en ello.

No comprenden el poder de las fuerzas que les rodean. Mucho menos cómo manejarlas a su favor. La batalla de la comunicación la perdieron de tal manera que permitieron que sus haters escribieran el relato, viendo ahora como las risas producidas con sus diatribas de bar encuentran comprador a lo que siempre esgrimieron, incluso antes de que nada de esto empezara a fallar.

Como todo esto ya está dicho muchas veces, incluso cuando no era popular o sólo acarreaba palos, queda dejar la columna en blanco, dimitir, y retirarse.

Pero sí hay detalles merecedores de un nuevo comentario. Me preocupó el domingo ver a este equipo sin fe, descreído en todo lo que hacía en la primera mitad. Más alarma escuchar a Prandelli hablando de problema psicológico. Y sobre todo cuando Enzo confiesa en un alarde de sinceridad que no juegan como entrenan y que han tocado fondo en lo mental y futbolístico.

Se nos olvida con demasiada frecuencia la ausencia de bagaje y la corta edad de casi todos los equipiers, de rendimiento bueno, seguro, si marchara todo rodado, pero que en circunstancias negativas no saben gestionar el estrés naufragando ante la zozobra de los malos resultados.

Y ante eso, el ambientillo interno anda belicoso por un Director Deportivo que en lugar de dimitir, hace tiempo maquinando asaltos al poder desentendiéndose por completo de la responsabilidad de su obra, o de bajar al barro a remendar el descosido.

Mucho más triste es observar a la cosa esa llamada grada de animación convirtiendo en burla la definición de incondicional, para en lugar de apoyar al equipo que dicen querer ejercer la coacción silenciando respaldos en los instantes más críticos del match por intereses particulares de unos pocos.

Demasiada gente, dentro y fuera, pensando en su culo y nadie pendiente del interés general.

Prandelli nos sacará de esta, fe ciega tengo en el italiano. La tengo porque hay método y conocimiento y un equipo, a pesar de sus limitaciones y defectos, que es honesto y da para quedar entre los diez primeros. Para ello el italiano tendrá que ponerse el traje de superhéroe. Porque no sólo ha de luchar contra dinámicas negativas o la psique de un grupo apaleado durante meses, devorado por la ansiedad y de autoestima quebrada, sino también con la soledad. Detrás no tiene club, dentro no hay líderes y delante topa con un entorno cínico, amante de la gasolina.

Prandelli y sus jugadores son lo único que me queda del Valencia. No creo en nadie más. Costará, claro que costará. Por ello es tiempo de hacer un Lyanna Mormont y abrirles las puertas del castillo cuando otros se las cierran.

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