VALÈNCIA. Una herida difícil de cerrar. Esa es la marca que ha dejado el mercado en un Valencia que ha sufrido más de lo esperado en la confección de la plantilla por su innata capacidad para generarse problemas. Desde el pasado mes de julio se generó un caldo de cultivo que no favoreció el consenso entre la propiedad, dirección deportiva y cuerpo técnico.
Cuando Marcelino y Mateu Alemany viajaron a Singapur antes de la pretemporada en Suiza, no se esperaban un escenario que ha provocado un desencanto con el propietario del club, quién tomó la decisión de involucrarse más en las decisiones de la parcela deportiva. En ese cara a cara fue cuando ocurrió el primer 'NO' por Rafinha. Pero el centrocampista brasileño no fue el único punto de desencuentro. Durante el verano han habido muchos más.
La oferta del Wolverhampton por Diakhaby que rondaba los 40 millones que fue rechazada para posteriormente lanzarse a por Otamendi no gustó a Lim, que también ofreció la alternativa de Nabil Fekir para reforzar la parcela ofensiva. Las diferencias entre Lim y Mateu estuvieron a punto de costarle el cargo al dirigente balear. Marcelino y Mateu preferían a Laguardia para el eje, pero acabó llegando semanas después Eliaquim Mangala como una apuesta de la sociedad Lim-Mendes, aunque todavía no ha entrado en ninguna convocatoria.
La gestión de la situación de los canteranos fue otro de los focos de conflicto. En primer lugar, el movimiento de desprenderse de Antonio Lato al PSV Eindhoven con una venta fue frenado por Lim, que no aprobaba la salida de un jugador joven por una cantidad cercana a los cuatro millones y tener que efectuar una inversión para traer a un suplente de Gayà. Jaume Costa fue finalmente la solución en calidad de cedido y sin opción de compra.
Kang In Lee y Ferran Torres fue la otra cuestión donde aparecieron diferencias de criterio. Peter Lim consideraba que los fichajes de Jason, Denis Suárez o Rafinha tapaban la progresión de los jóvenes talentos, mientras que Marcelino no descartaba una cesión del surcoreano si no iba a contar con oportunidades. Finalmente, ambos se han quedado en la plantilla mientras que Jason se ha marchado cedido al Getafe y Rafinha ha acabado en el RC Celta de Vigo.
Con la continuidad de Alemany asegurada tras la reunión con Lim y la posterior aceptación del nuevo procedimiento en la planificación deportiva, ocurrió uno de los esperpentos del verano. Rodrigo Moreno aceptó marcharse al Atlético de Madrid por 60 millones de euros en un acuerdo que existió y luego se esfumó al no poder vender los rojiblancos a Correa al AC Milan.
Mientras el futuro de Rodrigo era incierto, Marcelino seguía esperando a Rafinha y Rafinha al Valencia CF. El técnico asturiano comentó que Lim solo había accedido a su llegada exclusivamente en calidad de cedido. Pero tampoco fue así. El multimillonario asiático no dio luz verde a la operación y Rafinha terminó firmando por el Celta a préstamo.
Por último, Jorge Mendes apareció en escena intermediando en el fichaje del sustituto del lesionado Cristiano Piccini. Tras descartar el fichaje de Hysaj por las altas pretensiones del Nápoles, el agente portugués encontró la alternativa de Thierry Correia, por el que el Valencia ha desembolsado doce millones de euros más variables.
En definitiva, una historia de gestión deportiva que ha abierto una brecha complicada de cerrarse y que solo se aliviará si la pelotita acaba entrando como lo hiciera en el segundo tramo de la pasada temporada.