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opinión

Una noche para aprender la lección

3/10/2019 - 

VALÈNCIA. Desde que Peter Lim compró las acciones del club, el Valencia CF nunca ha sido capaz de clasificarse para jugar los octavos de Champions. Sintomático. Entre otras cosas, porque para estar casi todos los años en ese estatus, hacen falta tres cualidades que Meriton ni sabe, ni quiere tener: estabilidad, modelo e identidad. Resulta imposible tenerlo si la propiedad dinamita lo que funciona y si cada dos por tres apela al viejo “cambiar todo para que nada cambie”.

¿Qué se vio ayer ante el Ajax? Pues bastantes aspectos importantes. El primero, una segunda parte inaceptable para un equipo del nivel del Valencia, que guste más o menos, es un grande de Europa que no puede dar esa imagen. Segundo, que estas cosas te pueden pasar en el fútbol de elite, porque es lo que suele pasar cuando el propietario decide cambiar de caballo en mitad del río. Tercero, que habrá quien culpe a Celades de lo que está por venir, cuando aquí el quid de la cuestión es que a Marcelino le fueron por asuntos extradeportivos y que el nuevo entrenador tiene un libro de estilo que se parece al del asturiano lo que se parece un huevo a una castaña. Cuarto, no puedes pretender intentar jugar a una cosa que no sabes, o mejor dicho, persistir en el intento de plasmar una idea para la que no está configurada una plantilla que vivía cómoda bajo un corsé táctico y rendía al cien por cien más allá de gustos, estilos y postureos de sistema. Y por último, aunque el equipo sabe, puede y debe intentar clasificarse para octavos con todas sus fuerzas en un grupo todavía abierto, tiene que ser consciente de que hay jugadores que deben dar un paso al frente: no hace falta dar nombres, no hay un valencianista de bien que a estas alturas de la vida que no sepa a quién hay que exigirle más y a quién menos.

Confío en la madurez del vestuario, en esos profesionales que han sangrado con Marcelino y que lo seguirán haciendo, con toda la profesionalidad del mundo, sea quien sea el entrenador, porque el escudo está por encima de todo y de todos. Eso sí, sabiendo que a ellos les duele más que a nadie la imagen ofrecida en el segundo tiempo, conviene que noches como esta sirvan de lección para el futuro. 

Si tu historia es la de un club grande de Europa, si tu sueño es volver a recuperar ese estatus perdido por culpa de algunos badulaques, si estás peleando por recuperar terreno y si de verdad aspiras a mantenerte en la elite europea, no puedes volver a jugar así en tu estadio y delante de tu gente. Estos partidos los mira toda Europa. Y el caos del segundo tiempo, aunque sea justo el jarabe de palo que la soberbia del dueño merece, no debe volver a repetirse. En todo caso, apliquen aquí lo que casi nadie quiso aplicar tras la eufórica noche de Londres. Ni antes eran tan buenos, ni ahora son tan malos.

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