CASTELLÓ. El Castellón está a dos semanas de celebrar sus cien años de existencia en una fecha que apunta a tener poco de festivo dadas las circunstancias en las que se encuentra el club.
La entidad albinegra llega a esta etapa de su existencia después de acumular fracasos deportivos en sus dos últimas temporadas y agudizar sus males económicos con una deuda que sigue creciendo. Todo esto en medio de la indefinición sobre su futuro como club, con una estructura paralizada debido a las negociaciones que mantiene la propiedad para incorporar un inversor y un proyecto deportivo en riesgo al no haber avanzado nada en su planificación tras más de un mes de parón competitivo.
Ante este panorama, la fecha tan señalada del 20 de julio de 2022 se vivirá con muchas incertezas sobre lo que pueda ocurrir a partir de ese día. Por lo pronto, la entidad albinegra está en construcción en casi todas sus parcelas, con una dirección general sin responsable después de la salida, no confirmada aún por el club, de Jordi Bruixola.
Tampoco hay avances en la dirección deportiva ante la posibilidad de que llegue un inversor con su propio equipo de trabajo, de modo que el Castellón está bloqueado en el capítulo de refuerzos, incluido el banquillo, que sigue sin contar con un inquilino tras la dimisión de Sergi Escobar.
La paralización afecta también a la parte social, ya que la campaña de abonados, que habitualmente se lanza a mediados de junio, no se ha presentado aún a 6 de julio. Hace un año, por estas fechas, el Castellón superaba los 8000 abonados.
La afición albinegra espera que para la fecha del centenario se despejen algunas de esas dudas y el club recupere cierta normalidad en su funcionamiento. Para ello será imprescindible que se resuelva cuanto antes la incógnita del inversor.