Hoy es 13 de octubre
VALÈNCIA. Hay razones de peso para que Murthy deje, más pronto que tarde, de presidir el Valencia. Tanto si analizamos su figura desde los intereses del club como si lo hacemos desde los intereses del holding (sí, ya sé, deberían ser los mismos). Murthy es un lastre y, sin embargo, usted no puede echar a Murthy.
Las razones por las que Murthy ha permanecido son la base del verdadero problema. No lo es tanto él, una figura perfectamente intercambiable. Si algún mérito tiene el presidente, ese es el de camuflarse como el problema; centralizar todos los disparos. Murthy no es el problema, es el señuelo.
No será porque no se ha intentado. Son muchas y muy ocurrentes las propuestas que han evidenciado la escasa capacidad de Murthy, su poca credibilidad para presidir un club que en lo empresarial y en lo simbólico merece un poco más de autoconsideración. Ha quedado claro y, sin embargo, usted sigue sin poder echar a Murthy.
Es tanta la escasa influencia del valencianismo en los destierros presidenciales -melancolía del ‘Paco Canalla’ o de los silbidos fundacionales a Bonico Ortí- que Murthy encadenará cinco temporadas seguidas, desde la 17/18, superando los tiempos de los 8 apellidos valencianos precedentes: Roig, Cortés, Ortí, Soler, Morera, Soriano, Llorente y Salvo. Sencillamente, porque usted no puede echar a Muthy.
Fruto de una resistencia social afeitada, se entiende que Anil Murthy, un enviado con una impopularidad masiva, se haya mantenido más días en la presidencia que los antecesores muy locales. Desguarnecer a un club de la presencia vecinal tiene la gran ventaja de evitarse antipáticos comportamientos, como que las presidencias estén sometidas a la fiscalización popular.
Cuando deje la presidencia, terminaremos creyendo que fue mérito nuestro, que pudimos con él: pero será justo al contrario. Se marchará demostrando que el inmenso problema no era él, sino que el valencianismo perdió la influencia para corregir gestiones nocivas. Al igual que tantísimos clubes en Europa, transfirió esa capacidad a poderes remotos con intereses ajenos. Podemos constatar ya que no pudimos echar a Murthy, se irá por simple agotamiento.