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opinión

Utopía 

21/09/2019 - 

VALÈNCIA. El universo del fútbol es tan heterogéneo y variopinto que da cabida en su amplio regazo a todo tipo de interpretaciones y opiniones por dispares que puedan parecer. Todavía hay quien sigue confiando, y en su derecho está, en la figura de Peter Lim como el mejor referente del valencianismo pero el terremoto provocado por el propio Lim en las últimas semanas ha hecho caer muchas vendas que tapaban ojos que, de manera bien intencionada, veían o querían ver en el magnate asiático a aquel Mesías que terminaría el estadio, liquidaría la deuda y convertiría al Valencia CF en un transatlántico equiparable a Clubes como el Manchester City , PSG o FC Barcelona. Al fin y al cabo era el mensaje que empapó el valencianismo cuando se puso el Club en venta y caló tan profundamente que, de haber aparecido un comprador valenciano solvente -que no apareció-, hubiera sido literalmente sepultado en un mar de improperios y cartulinas. La fantástica victoria en Stamford Bridge calma un tanto los ánimos y, dentro de esa dinámica tan volátil que siempre envuelve el mundo del fútbol, ha redondeado algunas aristas haciendo emerger a los defensores del Estado de Excepción decretado por Meriton con mayor o menor predicamento. En cualquier caso y tras los últimos acontecimientos, ha crecido exponencialmente la sensación de fracaso y, paralelamente, la lógica aspiración de recuperar el Club para los valencianistas que sí lloran el escudo. Una aspiración absolutamente legítima pero que viene acompañada por un sinfín de dificultades acercándola a la utopía. 

Las colas que pudimos ver en Valencia hace ya unos años para vender las acciones del Club al mejor postor quizá sean el pecado por el que purgamos la actual penitencia y, posiblemente, muchos de los que participaron en aquellas colas para pagarse unas vacaciones, hoy se arrepienten de haberlo hecho y no seré yo quien demonice a quienes lo hicieron entre otras cosas porque... ya no tiene remedio. Lo que hoy importa, la fotografía de hoy es la de una propiedad a le que no le ha temblado el pulso para desmantelar una estructura deportiva que, con sus errores y aciertos, había funcionado hasta dotar al Club de cierta normalidad deportiva que, desde la llegada de Meriton había brillado por su ausencia y esa fotografía también incluye una buen número de desconsideraciones con el aficionado de a pie y una falta de respeto clamorosa a la historia de una institución centenaria. Entiendo que, quien se equivocó en el pasado vendiendo su alma al diablo, lejos de flagelarse por las esquinas y cargar con la pesada culpabilidad, está perfectamente legitimado para intentar deshacer e entuerto y tratar de revertir una situación que tiene asustado al valencianista de corazón. 

Pero... ¿es posible?. Aunque todo es posible en la vida y en el fútbol, sinceramente creo que no. Más allá de la posibilidad de que aparezca un ‘mirlo blanco’ con capacidad financiera suficiente y que, además, fuese capaz de gobernar el Club con mayor destreza de los actuales propietarios, flota en el ambiente la eterna aspiración de volver a ‘atomizar’ el accionariado para tratar de lograr la democratización en la gobernabilidad del Valencia CF. El sueño de muchos valencianistas y el sueño de Federico Varona cuando asumió la Presidencia de la Fundación. Quizá fuese ese sueño el que lo descabalgó rápidamente del cargo para dejar paso a quienes tenían otros planes más ambiciosos y menos románticos pero sí fueron capaces de liderar a las masas desde el discurso de un futuro esplendoroso. 

Hoy, quien más y quien menos, ya se ha dado cuenta que en el Valencia no se ‘atan los perros con longanizas’, que el Club debe lo mismo que debía antes de la llegada de Meriton pero no veo en el panorama valencianista a nadie con la capacidad de liderazgo para acometer una empresa tan complicada como sería convencer a Lim para comprar sus acciones y negociar un precio, recaudar una ingente cantidad de dinero de los propios aficionados para comprar y ponerlas en una ‘bolsa común’ y que dicha bolsa se gobernase de manera democrática para acudir a las Juntas de Accionistas con un voto único proveniente de una votación previa. Imposible... posiblemente no, pero casi.

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