VALÈNCIA (EFE/Alfonso Gil). El Valencia, con muchas dudas e incógnitas sobre el equipo que presentará la próxima temporada, cumple este lunes un año del inicio de la pasada, que se presentaba ilusionante tras el éxito de la anterior, pero que finalizó con la decepción de acabar la Liga en novena posición.
Hace un año el Valencia estaba a punto de empezar a competir con un encuentro de Liga ante la Real Sociedad en Mestalla, en cuyos prolegómenos el equipo vasco le hizo el pasillo como campeón de la Copa del Rey y con el que abría el proyecto de tratar de alcanzar por tercer año consecutivo la Liga de Campeones.
El partido ante el conjunto donostiarra fue una premonición de cómo se iba a desarrollar la temporada, pues en el minuto 100 y con una ventaja de 1-0 para el Valencia, un penalti por manos de Coquelin, que fue expulsado, propicio el empate a uno.
Solo quedaban dos partidos para que a principios de septiembre el entrenador de los éxitos previos del Valencia, Marcelino García Toral, fuese despedido y el club diera un giro de 180 grados a su planteamiento deportivo con la llegada de Albert Celades al banquillo.
El cambio no sentó bien entre la plantilla y algunos de sus pesos pesados así lo manifestaron, pero el Valencia, aunque sin brillar en la Liga, mantuvo un tono aceptable y consiguió como principal hito de toda la temporada clasificarse como primero de grupo en la Liga de Campeones por delante de rivales como el Ajax y el Chelsea.
La situación se complicó a partir de enero con un pésimo partido en la Supercopa de España que el Valencia disputó en Arabia Saudí ante el Real Madrid, una competición a la que se había opuesto abiertamente al discrepar del criterio federativo de que la jugaran cuatro clubes en lugar de dos.
A ello sumó, con el oasis de un triunfo ante el Barcelona en Mestalla, una serie de goleadas contundentes en los desplazamientos ligueros que, poco a poco le alejaban del objetivo de ser cuarto y un papel más que discreto en la Copa del Rey en la que superó con apuros a dos equipos de Segunda División B (Logroñés y Cultural Leonesa) para caer en cuartos de final ante el Granada.
Esta derrota se produjo con un tanto del rival en el último minuto de juego, circunstancia que ya se había repetido en varias ocasiones, que reflejaba la falta de consistencia del equipo, que todavía iba a volverse a dar y que lastró con muchos puntos perdidos in extremis las aspiraciones del Valencia.
Además, justo antes del confinamiento, la eliminación con ocho tantos en contra, ante el Atalanta en los octavos de final de la Liga de Campeones supuso un nuevo golpe para un Valencia debilitado.
Pese a ello, el Valencia volvió tras los tres meses de parón por la pandemia de la Covid-19 con opciones de entrar en Europa, ya que era séptimo con 42 puntos, pero solo a cuatro de la cuarta posición.
Un gol del Levante en la prolongación del tiempo reglamentario que supuso el 1-1 en Mestalla en el el regreso de la competición en Mestalla supuso un mazazo casi definitivo para una plantilla que cada vez se mostraba más frágil y que no daba muestras de confiar en un técnico, que el 29 de junio, fue destituido.
Salvador González “Voro” fue, una vez más, la opción para enmendar el rumbo, pero su terapia no surgió efectivo y el Valencia cambio la ilusión del 17 de agosto de 2019 por la decepción vivida once meses después, ya que la Liga acabó el 19 de julio.