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Valencia, lo mejor que te puede pasar

4/05/2023 - 

VALÈNCIA. Lo mejor que le puede ocurrir al Valencia de aquí a que se termine la temporada ya se sabe lo que es. Lo peor, también. Pero si ocurriera lo mejor -salvarse de la quema, mantenerse a flote agarrado al cemento de Mestalla-, estaría comenzando entonces un nuevo ciclo: la asunción de una realidad donde evitar el descenso podrá ser contemplado como el mal menor, un desempeño respetable.

El agua hirviendo. Si desde el principio hierve demasiado, te quemas. Si va hirviendo progresivamente... Es el club acostumbrado a un nuevo molde: el del descenso como una realidad asumible en las próximas temporadas. Por tanto, evitarlo pasaría a ser un alivio. 

A diferencia de otros ciclos, no se trata de un bache, o de una mala dirigencia a la que poder echar a gorrazos; es un poder exterior que maniata a voluntad el futuro. Al Valencia no le están cambiando el traje, sino la piel. 

El Leeds despide a su director deportivo por malos resultados, pero esa correlación no es posible en Mestalla. La continuidad en un puesto no depende del resultado de tu trabajo. Cualquier principio de exigencia es incompatible a partir de ese marco. Con esta piel, nada importa ni nada sucede aquí en las colonias, tan lejos de la metrópoli donde el marajá de los SMS. No es casual que Mestalla sea donde mejor carbura el equipo: es ya el único lugar donde está rodeado de gente a la que le importa su destino.

Leo en Twitter a Alberto Medina señalar que el Athletic de Bilbao está a un puñado de puntos de superar al Valencia y lograr el sorpasso en la cuarta posición de la 'liga histórica'. No tiene ningún fin vinculante, nada ocurre si te mueves arriba o abajo en esa tabla, pero refleja la tendencia más sólida. Fija un cambio profundo. Señala el calibre de los daños.

Al acabar la temporada 14/15 -el año del descubrimiento- el Valencia era el tercero en la historia de la Liga. 3296 puntos, por 3276 del Atlético. En ese instante el suelo estaba levantándose. Justo la misma tarde de mayo en la que el jurado de la Operación Murciélago terminó eligiendo la oferta de Peter Lim, el Atlético de Madrid acababa con una década de campeonatos ganados por Madrid y Barça. Solo era el principio de una transformación severa. 

El club ha llegado a este momento porque, despistado entre señuelos, poco a poco ha ido ajustándose a un objetivo cada vez más pequeño animado por su propia desidia interna. Qué escapatoria tan desesperante cuando lo mejor que nos puede pasar es tomar costumbre de lo peor: amoldarse al vibrante reto de evitar descensos. 

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