VALÈNCIA. ¿Qué imagen ofrecerá mañana el Llevant ante el Villarreal? ¿La del Sadar? ¿La del Madrigal de la primera vuelta? ¿O la del Metropolitano y el 3-0 al Elx? El Llevant tiene bajas importantísimas en este momento decisivo. A las habituales de los que no cuentan porque han encontrado en Orriols su dorada jubilación (Coke, Vukcevic, Radoja…) y a los que juegan pero hacen cojear al equipo por su falta de intensidad (Melero, Bardhi, Malsa, Pier, Vezo…) se suman las lesiones de Clerc, que ya venía ofreciendo un rendimiento sorprendentemente bajo; De Frutos, el mejor de la temporada, por nivel y también por profesionalidad; Gómez, que trunca una trayectoria ascendente, y Soldado, qué decir. En el aire están Cáceres, Postigo, Mustafi o Saracchi. Y quizá Campaña, que las indisposiciones las carga el diablo. La situación es calamitosa para el míster, vaya.
Hay dos motivos para la esperanza, sin embargo. Enfrente estará el Villarreal, un rival contra el que siempre luce ofrecer buenas prestaciones, sobre todo si estás pensando hace tiempo en abandonar el barco. Una motivación, sin duda, para los más indolentes. Y se juega en casa, donde los que siempre lo dan todo, aún lo dan más. Donde el empuje de la grada podría ser determinante. Orriols, sin embargo, será una trampa. Y Emery lo sabe. Lleno de groguets y con la depresión campando a sus anchas entre la hinchada granota, si las cosas empiezan torcidas para los levantinos, el partido será un infierno. ¿Solución? El equipo, que tantas veces ha desenchufado a su afición, tendrá la obligación, si quiere ganar, de enchufar a la grada desde el minuto uno. Todo lo que pase por ahí será catastrófico.
Cárdenas, Son, Pubill, Cáceres, Miramón, Franquesa, Pepelu, Morales, Roger, Cantero… También podría suceder que sobre la base de los que siempre se dejan hasta el último aliento y están disponibles, los demás decidan ofrecer lo mejor de si mismos. Entonces el Llevant tendría opciones reales de ganar a un grupo superlativo, como inidividualidades (Pau, Ibo, Lo Celso, Capoue, Gerard, Yéremi, Danjuma…) y como equipo. Y si sumara de tres, ofreciendo el nivel que ya ha mostrado esta misma temporada, cuando el equipo quiso, quedaría alguna bala en la recámara de la salvación. Sin mirar la tabla. Sin mirar quien llega después. Sin mirar nada. Casi sin respirar.
Alessio Lisci (y Miñambres, por los del efecto) viene poniendo desde que llegó las coordenadas para que, futbolísticamente, tácticamente el equipo ofrezca su mejor versión. Sin embargo, el problema de actitud de esta plantilla, que es una metástasis, le viene grande, a él y a cualquiera que hubiese llegado. El problema apunta hacia arriba, hacia la confección de un grupo en el que se han regalado galones a futbolistas que no tienen ni el compromiso ni los valores que querríamos. Pero sobre todo apunta hacia abajo: al vestuario mejor pagado de la historia del club, a años luz, por rendimiento, de sus emolumentos. El romano ha mejorado al equipo, dadas las circustancias. Y eso ya es un milagro. El otro, el de la salvación… Bueno, veamos a qué están dispuestos los chicos.