VALÈNCIA. El Valencia Basket anunció este martes el regreso al club de Víctor Claver, que nueve años después de haber salido de la Fonteta como una deslumbrante promesa vuelve como una sólida realidad tras haber confirmado en la elite europea y mundial unas virtudes tan valiosas como los puntos que siempre le pidieron y que puntualmente (y también espectacularmente) puede dar.
Con unas destacadas condiciones físicas y muy bien acompañado por su entorno, Claver se convirtió en la adolescencia en la gran promesa de una entidad ansiosa por sacar un diamante de su cantera aunque durante un tiempo lo tuvo que compartir con el CD Maristas.
Sus éxitos con las categorías inferiores de la selección española alimentaron esa esperanza y con 18 años se estrenó con el primer equipo en la temporada 2006-07. Su aportación en aquellos años creció progresivamente, aunque las expectativas sobre los puntos que debía anotar y el papel protagonista que debía tener lo hacían siempre más rápido.
En el verano de 2009, Claver se convirtió en el primer jugador valenciano en ser elegido en el draft de la NBA. Los Portland Trail Blazers lo escogieron en el puesto 22 de la primera ronda, el cuarto mejor puesto para un jugador español de los doce que lo habían sido anteriormente.
Convertido por deseo del club en uno de los capitanes del equipo ese verano, Claver dio un nuevo paso en su importancia en el equipo y fue una pieza clave tanto en la conquista de la Eurocopa de 2010 como en la remontada que una temporada después permitió al equipo llegar a los cuartos de final de la Euroliga, un cruce ante el Real Madrid que no pudo disputar por una lesión en el pie.
Su progresión, su consolidación en la selección y la insistencia de los Blazers en contar con él, siguieron multiplicando unas expectativas mediáticas que Claver, discreto en público y divertido en privado, siempre fue reacio a alimentar.
En el verano de 2012, Claver pagó su cláusula de 600.000 euros para fichar por los Blazers, un movimiento que generó orgullo y frustración a partes casi iguales en el entorno del Valencia. Su rol secundario en la NBA, en parte similar al que mantuvo en ataque aunque no en defensa con la selección, le hizo blanco de ciertas críticas de quienes creían que debía ser un anotador.
Después de dos años y medio, tras traspasarle los Blazers a los Nuggets, acabó su etapa en la NBA con 80 partidos disputados y dio paso a un regreso a la elite del baloncesto europeo.
Tras unos buenos meses en el Khimki, en el verano de 2015 firmó por el lejano Lokomotiv Kuban después de que el Baskonia presentara una oferta aceptada por él, que el Valencia igualó en virtud de su derecho de tanteo.
En el conjunto ruso firmó una de sus mejores campañas (10 puntos, 6 rebotes y una magnífica defensa) para ser pieza clave de un equipo que se metió en la Final Four de la Euroliga contra todo pronóstico. De la mano de Georgios Bartzokas, que le dirigió esa campaña, llegó al Barça en el verano de 2016, previo pago de un traspaso de unos dos millones al Valencia.
En plantillas llenas de talento como las del equipo catalán, Claver se hizo un hueco como solvente defensor y puntual anotador, una posición de la que salió en el Mundial de 2019 para convertirse en pieza clave de uno de los mayores éxitos de la selección en su historia.
Las bajas de España le empujaron a dar un paso adelante y sin perder solidez atrás se convirtió en un referente también delante para acabar el campeonato con la medalla de oro y como el cuarto jugador con más valoración y minutos.
Ahora, Claver vuelve a ‘casa’ y desde el Valencia se insiste en su capacidad de generar equilibrio y en su sobresaliente defensa para acabar de convencer a los suyos de que esperar que meta 20 puntos por partido no es realista ni beneficia a nadie y que puede ayudar mucho más al equipo sumando puntos que no se ven.
