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Volem la Copa

2/03/2022 - 

VALÈNCIA. En días como hoy uno no sabe muy bien qué escribir o a qué referirse porque todo lo que podáis leer es poco en comparación con el compendio de emociones que estamos viviendo todos los valencianistas. Estos partidos no sé si se juegan con la cabeza, con el corazón o con las castañas que cada uno ponga en el terreno de juego. Lo único que sé es que estos partidos se juegan para ganarlos. Nada más.

Por eso solo puedo apelar al orgullo, al sentimiento y al honor. Ese que durante mucho tiempo ha desaparecido pero que en las grandes noches sale a relucir. Encomendarnos a la oscuridad de la noche para hacer relucir las virtudes de un equipo que no brilla si no es con fuerza, garra y tenacidad. Pero que cuando luce, lo hace para cambiar la narrativa del fútbol y hacer ver que quien quiere, puede. Pero para poder, es fundamental que todos (nos) queramos.

Ver la avenida Suecia repleta de gente, un glorioso tifo en Mestalla, el himno regional de la Comunitat Valenciana durante la salida de los jugadores y un estadio como si de un coliseo romano se tratara arengando a sus gladiadores en una feroz batalla contra los leones es lo que necesitamos. Y lo que tendremos.

La épica está servida. Era el destino, que vuelve a jugar un papel fundamental en el devenir de este equipo, quien nos puso a Marcelino en el camino para llegar a otra final. Una cuenta pendiente con un entrenador que nos hizo llegar a lo más alto hace tres años pero que, ahora, en las filas del rival pretende que caigamos. No le ataco, pero tampoco le defiendo. Solo le quiero ganar igual que él a nosotros. Justicia divina y, quizás, hasta poética.

Porque ganar significa más que meterte en una final. Significa cambiar la dinámica del equipo y de una afición con necesidad de alegrías. Significa creer, crecer y soñar. Significa vivir, sentir y vibrar. Significa repetir la historia de hace 3 años pero con diferentes protagonistas. Y es que esta misma semana de 2019, el Valencia CF ganaba por la mínima al Betis y se colaba en la final de Copa. Paradójicamente el conjunto de Mestalla venía de hacer una mala primera vuelta y estaba también esa semana con 33 puntos y 9º en la clasificación. Se ganó ese partido, nos metimos en la final y el resto es historia. Copa, clasificación para Champions y temporada para enmarcar.

Hay que morir por unos colores, por un escudo, por una camiseta. Está prohibido rendirse, está penado dejarse llevar. Desde las 21.30h y hasta el pitido final, el equipo quiere, debe y tiene que comerse la hierba y dejarse la vida en ello. No hay revancha ni repesca. Es a vida o muerte hasta que una final diga lo contrario.

Hoy estamos ante una noche mágica, histórica y repleta de pasión. Donde la afición va a responder y los futbolistas nos necesitan casi tanto como nosotros a ellos. No se trata de fútbol, hablamos de sentimiento. Rezamos a la pasión. Cueste lo que cueste.

Yo he visto morir y resucitar tantas veces al Valencia CF que me ha hecho creer aún más en la única religión que profeso a día de hoy: la del valencianismo. Así que recemos todos los cánticos que sepamos durante el partido.

Tots a una veu: Volem la Copa

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