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Vuelve el Valencia CF de Woody

26/01/2022 - 

VALÈNCIA. Quizás leyendo el título, muchos pueden pensar que el Valencia CF tiene nuevo propietario o dirigente –no es el caso- o que voy a hacer un símil con Woody Allen, Woody Harrelson o Woody de Toy Story –podría ser, pero no-. Nada que ver. Ya sabéis que mis guerras van por otros lados y, hoy, voy a hablaros del Valencia CF de la discoteca Woody.

El Valencia CF durante este pasado mercado de fichajes veraniego nos sorprendió con una mejor planificación en el mercado, trayendo peticiones del entrenador y aprovechando oportunidades como Helder Costa. Errores en salidas como el de Kangin Lee o tardanza en llegadas de jugadores, se vieron compensados con aciertos como el de Alderete, Foulquier, Hugo Duro o Helder Costa. Sin lanzar cohetes ni autobuses, fue un mercado interesante a falta de ver el rendimiento de futbolistas como Marcos André –buen jugador aunque extremadamente caro todavía-.

Pero eso ha quedado en un espejismo porque ahora, en invierno, todos pensábamos que se iba a repetir esa buena sintonía, mejorando los tiempos y puliendo detalles y, la realidad, es que no ha sido así. Hemos vuelto al Valencia de la discoteca Woody.

La táctica –que ya he explicado en alguna ocasión- consistía en fijar primero objetivos concretos con un trabajo previo de campo en la zona -y de consenso con mis colegas donde averiguábamos quiénes iban o no a la discoteca-. Hasta ahí todo normal. Después, llegábamos a Woody y buscábamos a las que más nos gustaban para charlar con ellas –o ellos, según gustos-. Si nos decían que no, empezaba un pequeño compás de espera hasta la próxima canción pegadiza y nos volvíamos a acercar con alguna apuesta más arriesgada que consistía en invitarle a tomar algo. Si teníamos otra negativa, ya íbamos a por otros objetivos no prioritarios, es decir, segundas y terceras opciones que eran más viables pero quizás no nos gustaban tanto como las primeras elecciones.

El problema llegaba por varios motivos.  El primero cuando no teníamos para invitarles a nada e íbamos solo a comerles la oreja con un descuento en consumiciones. Era ridículo, estabas mortimer. O cuando llegábamos tarde a estas opciones al no haber un acuerdo o consenso entre los colegas sobre a qué grupo de chicas acercarnos. Acababan ocupadas y no había roneo posible sin meternos en un problema. Ahí es cuando de verdad se formaba una buena. Se dividía el grupo y, probablemente, hubiera mosqueo con el pertinente fracaso posterior. Además se podía complicar si, en algún momento de ahí, te sentías engañado puesto que algún colega sabía que esa discoteca era un campo de minas y solo hacía el paripé porque no le apetecía salir en realidad. Empezaba el jaleo.

Porque a altas horas de la madrugada todo se complicaba. Con las prisas, ya nos daba más igual de qué opción se tratara e íbamos como pollos sin cabeza. Tirando cañas y flechas a todo el mundo. Lamentable hasta para los guapos del grupo. No lo maquillaba ni un buen after. Como soldados caídos en guerra nos quedaba entonar el mea culpa, retirarnos con honor y comernos una porción pizza.

Solo un golpe de suerte podía salvar la noche. Un arrebato de fortuna como que alguna discutiera con el novio, que tuviera un momento de subidón al recordar una canción molona o, directamente, que en la discoteca apareciera por casualidad la chica –o el chico en algún caso- con el que habías hablado en algún momento por Badoo, Messenger o SMS en alguna otra ocasión. Para los más jóvenes que no sabéis qué es, era una especie de Metaverso pero sin verso, donde la única meta era ligar. Era un milagro pero se podía dar.

Pues esto es lo que sigue ocurriendo en el Valencia CF. Fijan objetivos, todos felices hasta que abren la discoteca pensando que la van a reventar y cuando la primera opción no sale, se empieza a enmarronar todo. Unos no se ponen de acuerdo con otros sobre qué firmar, se empieza a enredar el funcionamiento tirando ficha a todo jugador que pueda encajar y solo alguna oportunidad de mercado o algún ofrecimiento a última hora puede salvar un mercado de fichajes que, quizá, puede haber cumplido con las posiciones pero no con el timing. Pero si, a todo ello, le añades que vas con cacaos y tramusos a firmar cesiones, al estilo PC Fútbol cuando subías a un 2ª B a Primera División... así es imposible.

Puedes tirar de escudo cuando estás en Champions o el futbolista percibe una notable mejora en su carrera, pero el ambiente o entorno -como queramos llamarlo- no es el mejor para que un jugador se decida por esas cosas ahora mismo. Necesitan realidades, aspiraciones y proyecto.

Porque pueden traer ahora a varios jugadores de golpe, pero cuando más se les necesitaba –durante el mes de enero- no han estado y el equipo lo ha notado. Y hablo de incorporaciones solo, porque si hablamos de salidas creo que daría para otro artículo de discoteca rollo Puzzle o Bananas, que eran más barro aún.

Ojalá me equivoque y esto sirva de contragafe para que lleguen buenos jugadores y nos hagan triunfar, pero yo estoy muy contrariado con el mercado que se ha hecho. Anárquico, sin entenderse dentro del propio Valencia CF y saliendo cosas a la luz que no benefician a nadie. No entiendo qué han hecho.

Lo peor de todo es que nadie nos va a explicar por qué no ha venido un futbolista o por qué se ha elegido a este otro. Echo de menos una rueda de prensa en la que se detalle, al menos, cómo ha sido el resultado y se valore el mercado. Y esto es una crítica a todas las partes que intervienen en el asunto, porque no entiendo como en 4 meses previos al mercado no se han sentado a establecer unas bases mínimas de trabajo. Ni yo en mis tiempos era tan desastre para planificar una noche de jarana.

Lo dicho, volvemos a Woody y no precisamente para bailar o ligar. Ojalá fuera para eso.

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