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¿Y tú qué ves?

3/05/2022 - 

VALÈNCIA.  Tengo la sensación de que, cuando voy a escribir sobre el Valencia CF, algo se me desgarra por dentro, como si me abriera en canal y desvelara unos estados de ánimo más que una realidad alrededor del club. Incluso a veces pienso si no seré yo quien lo ve todo negro y el presente y el futuro son otros, mucho más esperanzadores, tal y como veo a tanta gente por ahí, escribiendo, asegurando, afirmando. 

No sé por qué, acabo viendo demasiadas cosas negativas en el club y tal vez hasta no esté siendo justo, no lo sé, pero es que me cuesta tanto ver, con optimismo, algo… 

Creo que lo he dicho ya muchas veces: una de las mejores noticias que ha tenido el Valencia CF en los últimos años es que José Bordalás está al frente del equipo. Por activa y por pasiva, pero eso no exime de ciertas cuestiones no muy positivas que se están dando y a veces hay que mirar para comités o para los palcos, pero otras también para el banquillo. El equipo, por lo que sea, no acaba de jugar bien: no es sólido ni rocoso en defensa (aunque se ha mejorado) ni ataca con fluidez ni claridad. 

No existe armonía en el repliegue defensivo ni en el despliegue ofensivo, donde lo consagramos todo a que la coja un jugador, estire las líneas de manera individual y a ver qué pasa. Jugar, lo que se dice jugar, no jugamos a nada: pelotazos constantes y a rezar. Ahora ya ni repartimos leña y, para colmo, nos llevamos las tarjetas calentitas para casa.

Bordalás no ha conseguido estabilidad en un equipo que, evidentemente, está configurado de manera muy inestable, sin piezas determinantes que le den equilibrio y consistencia. Eso es más que palpable. Pero también es cierto que rivales de La Liga, con peores futbolistas, están jugando mucho mejor al fútbol que tú, dando mejor resultado y otras sensaciones. Y aquí no me vale lo de la leyenda negra, que existe, claro que sí.

Mestalla ha dejado de ser un campo incómodo: ni para un presidente que hace callar, o lanza perros de presa contra sus detractores, ni para rivales ni para árbitros. Al menos hemos corregido eso de la intransigencia contra jugadores y técnicos propios, lo que cabe felicitarnos por ello, pero es, ahora mismo, un estadio sin personalidad propia, agazapado en su tristeza permanente y en su parsimonia.

Y no es que quiera que se levante en armas contra nadie, pero sí pido que exija respeto a quien sea: defienda tus colores o los del rival. Le pido a Mestalla que convierta una situación desfavorable en incómoda: que haga que nuestros jugadores vuelen, que nuestros técnicos se sientan arropados, que nuestros presidentes se sientan exigidos por la responsabilidad que tienen, que nuestros directores deportivos se sientan presionados, que nuestros rivales se sientan intimidados, que los árbitros se sientan más dubitativos a la hora de pitar algo en contra de nuestro equipo, etc. 

Pero nada de esto está ocurriendo: la afición, muy sabiamente, ha decidido apoyar a jugadores y técnico para olvidar la presencia dañina de Meriton. Eso está perfecto, pero que también sientan, aquellos que no lo dan todo en todo momento, que aquí se viene a ganar y que el club tiene una historia que no se puede pisotear, te juegues algo o nada, como ya es el caso.

Luego está lo de mirar al palco: yo ya solo le pido a quienes tienen la mayoría accionarial que, por favor, defiendan de una vez― y sin paliativos― al Valencia CF. Sentirte parte de un club pisoteado por todo el mundo es triste y esto solo se lo debemos al señor este que han puesto aquí, a cobrar como nadie, llamándose presidente y a sus felpudos, coronados con cargos y salarios excesivos solo para irse a tomar cafés o a jugar al pádel como única labor. Sin dignidad arriba es difícil que se refleje abajo.

Por eso creo que veo a Bordalás bastante más ocupado en cuidar la dignidad de su proyecto personal en el Valencia CF que de resolver las situaciones de juego que se dan en los partidos: no puede estar el técnico dando la cara siempre por el club, porque ese desgaste le lima la concentración en su trabajo. Me apena verle así, sinceramente, desquiciado, enfadado y con razón. Al final, no se le puede juzgar por una temporada más que floja (si le quitamos el oasis de la Copa), en números y en juego, porque ha hecho muchísimo más de lo que debía: da la cara siempre, habla con los posibles jugadores a venir, se involucra en un proyecto deportivo falso (pues no lo hay y le hicieron perder tiempo y paciencia), da las gracias a la afición, defiende al club y a su plantilla, diseña posibles tácticas de juego, etc. Con todo es imposible.

Intento no venirme abajo cuando pienso en el verano que nos espera: ventas y más ventas. Dardos envenenados. Estadios sin construirse. Un técnico que, si se queda (y no lo tengo nada claro) debe mejorar notablemente lo que ha hecho este año pero con peor plantilla. La política de cantera que, sobre todo, trunca futuros futbolistas por anticipar tiempos. El descenso a los infiernos de las sanciones de todo el mundo…Quiero mirar para otro lado y ver, con cierta felicidad, algo que, dentro del entorno valencianista, me dé esperanza…¿Tú lo ves?

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