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/ OPINIÓN

Yo os maldigo

5/10/2021 - 

VALÈNCIA. Maldigo a quienes vendieron, bajo especulaciones, promesas y egos al Valencia CF a un bróker. Lo digo bien alto: maldigo a quienes nos están haciendo pasar este infierno que bien podría semejarse a un secuestro y la solicitud de un rescate descabellado. Vivo la pesadilla permanente de ver a los secuaces meritonianos al frente del club, pudriéndolo de fútbol, carcomiendo su economía y revoloteando como insectos sobre la basura. Me produce una tristeza incontrolable, una sensación de impotencia abrumador,  este ser consciente de que nos van a sacar hasta el tuétano de los huesos, que lo estamos viendo, que el valencianismo ya no puede contener su ira de una manera pacífica ni un días más (y espero que siga siendo así). Tengo la sensación de que todo va a estallar de verdad, haciendo añicos el club de mi vida, de mis padres, de mis abuelos.

Maldigo a quienes cogen el Valencia CF y lo convierten en un esclavo o en una concubina: y lo que es peor, han creído que lo pueden hacer sin consecuencia alguna, porque, claro, como diría Murthy, sorprendentemente aquí la gente sale a manifestar su opinión en la calle. Maldigo esa soberbia que agudiza la crueldad de cualquier acto que realiza Meriton cada vez que se le cuestiona, se le debate, se le analiza o se le pide explicaciones.  Y, como suele ocurrir en los casos en los que el poder cae en manos de un tirano despiadado (según nos ha enseñado la historia), la venganza ha sido más contundente, más llamativa, más ejemplificante.

Maldigo también a quienes venden humo, desde cualquier lado del asunto: desde principitos descarriados hasta aventurados mesías de la salvación, siempre y cuando sus acciones no lleven consigo una estrategia efectiva y real que nos haga salir de esta pesadilla. Ojo: solo maldigo a quienes venden lo que no tienen, y no a quienes intentan ayudar para resolver esta dramática situación.

Maldigo a quienes quieren seguir viviendo a costa del club sin hacer nada de nada: gestionar sin control la parte económica (a la vista está, para qué decir más), descabezar futbolísticamente el club, o fingir estar dirigiendo no sé qué parcela de fútbol para llevárselos doblados, no intervenir en los fichajes ni en las ventas y jugar un ratito al pádel, que mola mucho más. Demasiado vividor a la sombra de una cafetería se ha juntado a la cabeza del club y demasiado resentido se dedica a dar lecciones de profesionalidad de todo aquello que sistemáticamente incumple: véase el lamentable episodio de Murthy en una universidad que no citaré por respeto a su labor profesional. Quizá, allí, el exdiplomático podía haber comenzado con un “os voy a decir las cosas que yo hago para que os sirva de ejemplo de lo que no debéis hacer nunca, ni aceptar que os hagan”. Así sí podía haber dejado una buena lección. Maldigo a quienes, sin levantar la mano, aceptaron semejante despropósito de un gestor muy cuestionable.

Maldigo, igualmente, a quienes se escudan en mil excusas de todo tipo para disfrazar las vergüenzas: se afirma que el Valencia CF tiene pérdidas por un efectuar ventas… pues no, ventas efectuó el año pasado, pero lo hizo de manera tan lamentable, con tan poco rigor, que reforzamos a rivales directos, debilitamos nuestra plantilla y no sacamos ni medio céntimo para cuadrar números (porque el límite salarial de ahora es reflejo de la gestión anterior, no lo olvidemos). Les maldigo profundamente para que ardan en el fuego futbolístico, claro. Más allá, no.

Igualmente, maldigo a quienes han convertido a este club en un quema entrenadores y jugadores de la escuela, con decisiones terribles que siempre dañan al club, sin que exista otro resultado que el cese del técnico o la salida, sin venta alguna, de chavales jóvenes que han visto reventada su proyección por culpa de una planificación terrible, que no valora lo bueno y rentable y se refugia en lo exprimible por parte de su propietario y socios.

Maldigo a quienes están tranquilitos en su casa, viendo cómo el Valencia CF es incapaz de ganar a un Cádiz lleno de suplentes y jugadores del filial y se quedan tan tranquilos ante tan bajo nivel de calidad de una plantilla que, visto así, está más cerca de un equipo de media tabla para abajo que de un equipo de media tabla para arriba. Y esa parsimonia viene dada por la dejadez a la hora de ir confeccionando, durante años y acorde a un plan deportivo real, una plantilla tan pobre en muchos aspectos, que solo tiene un buen once titular y luego ya, bastantes carencias. Y maldigo, también, a quien (o quienes) fue vaciando las arcas del club trayendo auténticas porquerías de jugadores, dejando salir a aquellos que sentían algo por el escudo y se dejaban la piel en el campo, con esfuerzo y calidad. Y en este saco meto también a los chapuceros que gestionaron el tema Diakhaby en su día y a esos cadistas, por otro lado, que son tan mediocres que, en lugar de empatizar (o simplemente respetar), abuchean a quien denunció una posible discriminación racial.

Maldigo, por ir acabando, a quienes ven en el nuevo estadio la oportunidad de seguir engañando a unos y otros, para seguir llevando a cabo un plan más maquiavélico que tiene como único objetivo codearse en la mesa de los mafiosos y poderosos (Lim dixit), sacar beneficio poniendo este escudo como cebo y desmembrar al club, sin piedad alguna, mientras tanto. También maldigo a quienes sacan soluciones como ampliaciones de capital para lavar su imagen (¿y dinero? No lo sé) y, al mismo tiempo, impedir, una vez más, las posibles vías de control y análisis de qué se está haciendo en el club. Ojalá se pudran todos los profetas de tan falso mesías y lo digo así porque estoy harto de tanta mediocridad, de tanto mal sabor de boca, de tanto oscurantismo, de tanta chulería y de sentir que me han quitado mi club, que lo han vampirizado sin escrúpulos y que están jugando con mi gente, los y las valencianistas. Estoy harto de ver que no tenemos ni un solo día de calma porque las cosas rueden bien. Estoy harto, cansado y decepcionado de ver que ahora mismo me resulta una utopía acabar con el monopolio de Lim en el Valencia CF y ser parte, aunque no lo quiera (desde mi silencio o aceptación), de la historia más negra de este club. Maldigo también a quienes, desde sus intereses personales, siempre le lanzan un aplauso a semejante tirano. A todos los señalados, os maldigo a vagar como almas en pena por mi más absoluta indiferencia, mi desprecio y mi olvido, como valencianista. Ya estoy harto.

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