VALÈNCIA. No me sorprenden las declaraciones de Campaña sobre su futuro y el Atlético tras su debut con la Roja. Entiendo su deseo de crecer deportivamente, que se deje querer y también que Quico no se baje del burro. En Orriols llevan las riendas y el ‘24’ lo comprende, aunque con la boca pequeña, porque no es la primera vez que percibe que ha llegado el momento de cambiar de aires. Lo suyo es un ‘me gustaría’, pero ‘no voy a hacer pucheros’, siempre con un mensaje de agradecimiento al Levante porque es el equipo que le ha dado la posibilidad de subsanar las heridas de tantos sinsabores por Europa y le ha permitido convertirse con todo merecimiento en capitán general del escuadrón granota. Me encantaría que sintiera que aquí puede ser recordado para siempre. Que fuera leyenda y echara raíces. Que no se quedara simplemente en un centrocampista de una calidad sublime. Es el segundo internacional de la historia y es llamativo que no exista un grado de identificación con el aficionado acorde con su relevancia.
La llamada de la selección ha aumentado su cotización. Y en este tiempo extra que tienen los colchoneros para firmar sería una metedura de pata desprenderse del MVP. Hacer hincapié en esta historia es hacer ‘fútbol-ficción’, además con pocos argumentos para echarse a temblar porque todas las partes han puesto las cartas sobre la mesa. Ni unos llegan ni los otros van a ceder. Pero eso no quita que cada paso al frente de Campaña, cada demostración de su magia, lleve consigo un ‘run-run’ de intranquilidad alrededor de su figura. Leeds, Atlético o el que sea saben lo que tienen que hacer. Nadie se ha aproximado a esos 30 millones para empezar a negociar. Y con la llamada de la selección más razón todavía para mantenerse inflexible porque además este debut solamente es el principio. Tiene contrato hasta 2023, aunque es un secreto a voces que nos despediremos de él antes. Por eso sigamos disfrutando del sevillano todo el tiempo posible. Con este nivelazo que está mostrando habrá más capítulos por escribirse. Que esté tranquilo porque le van a salir opciones mejores para ser igual o más importante que en Orriols.
Es normal y entendible que Campaña haga ojillos a los cantos de sirena como que Aitor Fernández quiera volver a su casa, pero a él, todavía menos, tampoco le veremos desafiando al club con cualquier atisbo de medida de fuerza. Ambos se han ganado sentirse pretendidos. Hace unos días escuchaba al mejor guardameta de la pasada temporada con mi amigo Jordi Giménez en CVRàdio y no pondría ni una coma a su discurso. Lleva al Athletic impregnado a fuego y también agradece infinitamente que el Levante le haya dado la oportunidad de acaparar un titular tras otro. “La afición está conmigo y la verdad es que tenía claro que mi sitio era este”, reconoció. Quizás suene a políticamente correcto, pero es que es una verdad como un templo. Lo siente así. No miente al exponer que le encantaría brillar donde se formó como que de granota se ha desmelenado con Paco López y es feliz.
No se ha hablado tanto de Aitor, pero también ha estado pendiente del teléfono en verano. No ansía protagonismo alguno. El anonimato va en su persona. Es un tipo que se aparta del primer plano porque no es su zona de confort, que trabaja en silencio, que no alza la voz si algo no le cuadra. Un profesional currante curtido en el barro, que saborea los pequeños detalles al extremo porque sabe lo mucho que le ha costado llegar a la élite. Muchos argumentos que en este nuevo fútbol cada vez se estilan menos. El Athletic estuvo a la espera de poder desprenderse de Iago Herrerín, que no ha contado para Garitano desde el inicio de la pretemporada, pero finalmente no se despejó esa incógnita para que los vascos pudieran dar ese paso al frente. Rafa Alkorta, su director deportivo, había aprobado acometer su regreso. El domingo pisará San Mamés como visitante. En estas primeras cuatro jornadas ha pasado desapercibido, no ha brillado. ¿Le habrá pesado una hipotética salida? Puso el listón tan alto que le hemos dado normalidad a sus paradas imposibles y al no haber mostrado todavía su versión salvadora nos sorprendemos.
Hay que entender a Campaña, Aitor y a Bardhi si también hubiera trasladado que el club escuchara alguna pretensión fuera del Levante que le encajaba. Su rendimiento tras la pandemia, en esos últimos 11 partidos, fue excelso. Protagonista, goleador y asistente. El macedonio aún ha sido diferencial este curso. Mostró algún fogonazo en la remodelación tras los cambios contra el Madrid. Tiempo al tiempo que solamente se han disputado cuatro encuentros. Estoy convencido de que el grado de compromiso no va a variar en ninguno de los tres. Los hay que temen que el andaluz pueda declararse en rebeldía. En Pamplona, cuando se hablaba y mucho del Leeds, no dio ni una señal de desconexión. Espero que vuelva de la selección con la misma mentalidad. Que no regrese con ‘pajaritos’ en la cabeza al verse vestido por fin de rojo. Ahora no debe frenar. Que siga dando lecciones porque lo que ya tiene puede multiplicarse a la enésima potencia y que todas las partes salgan beneficiadísimas. Llegará ese día en el que los caminos se separarán y debe ser con una sonrisa de agradecimiento unánime.
El mercado de fichajes me dejó a medias. Me consuela que los tres mosqueteros sigan, que la estructura salvo Borja Mayoral (al de Parla sí que lo echo de menos) resista. “Ismael, la pasta es la que es, y estamos muy atados como el resto de clubes”, me trasladaban desde el club cuando les exponía mis inquietudes tras cerrar la plantilla sin un delantero más, con dos futbolistas como Sergio León y Hernani que el cuerpo técnico no quería (y ahora hay que intentar recuperar), y con la dichosa cantinela del central de jerarquía. No es ninguna novedad lo que pienso. Igual que me sigo preguntando qué ha hecho la dirección deportiva en las semanas posteriores a cerrar los cuatro fichajes desde Segunda. Que no se relajen que aún hay deberes: renovaciones con peculiaridades y una mejora pendiente. Seis nombres propios: Morales, Roger, Rochina, Miramón, Postigo y Duarte.
Lo de Morales, que acaba contrato, está hablado y más que hablado. El compromiso entre el club y el Comandante no admite discusión. Ahora falta estampar en negro sobre blanco una renovación sin fecha de caducidad, de por vida, y que estará condicionada por su rendimiento. El 23 de julio cumplió 33 años y ha comenzado de dulce, con tres goles (dos al Valencia y uno a Osasuna), en el sexteto de máximos artilleros de LaLiga junto a Máxi Gómez, Gerard Moreno, Paco Alcácer y Ansu Fati. No he abogado nunca por la mitomanía. Sí por defender al que se lo ha ganado y he sentido que se deja la vida por un sentimiento compartido. Este es otro fútbol. La identificación como con los héroes del ascenso de 2010 es imposible de recuperar. Del Levante actual, el ‘11’ es una excepción y se agradece. Sin espectadores y con los periodistas fuera de circulación del día a día, esa burbuja tampoco ayuda a transmitir una sintonía con el vestuario como la del pasado.