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opinión

Zaza, qué zasca

El zasca con un significado: no poner fáciles las cosas a los rivales, no achantarse, no especular con la dedicación, no ser cicatero, y estar, en fin, a la altura de un club que pese a lo que crean en Singapur -por los efectos de los años luz de distancia- no se fundó el viernes pasado...

3/03/2017 - 

VALENCIA. VALENCIA. Ante una plantilla mustia, mediopensionista, carente de garra, guiada por la inercia, a control remoto from Singapur, inmersa en el lánguido meritonismo, preocupada por el efecto trampolín y por ver dónde pueden colocarse, ante todo ello, un zasca. Es Zaza, un hombre a un gorro pegado, de padre estrafalario, un fichaje que como una planta carnívora acabó engullendo a todo aquel que pretendía cerrarlo. Nadie fichó a Zaza, lo contrató la inercia. 

A tanto sabioncillo de los que escribimos opiniones nos parecía que su fichaje encarnaba una manera de hacer las cosas nociva, como si no hubiera en el mundo otro delantero. Una obsesión oscura con un precio escandaloso de adquisición en diferido. 

Incluso nos parecía que estaba fuera de forma, que su gorro -con el que amenazaba con saltar al campo- era un eclipse haciendo tapón a la clarividencia. Dudas, dudas, dudas. Sus primeras incursiones crearon la sospecha de que Zaza seguía en el West Ham. 

Algunas dudas siguen, el precio y el empeño en su contratación tienen sombras, pero Zaza ha roto una pared. Zaza no está aquí para pasear ni ser dominguero. No parece dispuesto a acomodar sus esfuerzos en base a la proyección internacional que tengan los partidos. Zaza, con alguna pizca picante de populismo, ciertas trazas de toro de Livorno cruzado con Penev, se ha tomado en serio al Valencia. Aunque es poco, resulta mucho viendo el percal. 

Prandelli, de quien está prohibido hablar bien, acertaba cuando pedía a Zaza más por su energía que por sus goles (el problema del VCF venía siendo recibir más que anotar). El zasca de Zaza es el aguijón frente al carácter contemplativo de una plantilla sin gobierno criada para verlas venir. 

No hay muchos motivos de esperanza deportiva (en cuanto a la extradeportiva, ninguno) pero esa rebelión que encarnan tipos como Zaza, Mangala o Soler es una pequeña llama para que prenda un buen fuego símbolo de un Valencia sin abulia.

El zasca con un significado: no poner fáciles las cosas a los rivales, no achantarse, no especular con la dedicación, no ser cicatero, y estar, en fin, a la altura de un club que pese a lo que crean en Singapur -por los efectos de los años luz de distancia- no se fundó el viernes pasado.

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