Voy a apelar al realismo, a tener los pies en el suelo y a reclamar que seamos de una vez por todas equilibrados en las emociones. Está claro que ganando todo se ve con otros ojos. Lo más complicado del sábado fue afrontar esa final a principios de diciembre con ese grado de desafección que hay que ir restableciendo poco a poco, con un escenario clasificatorio preocupante y con una acumulación de contratiempos que hacían que la mochila pesara cada vez más. Había que sumar de tres como fuera y coger aire. Hacía muchísima falta. Lo necesitaba Paco López, los jugadores… todo el mundo. Y eso que el escenario previo no era el más aconsejable e incluso apuntaba a la ‘tormenta perfecta’, a que los astros se unieran en contra del míster para que su final fuera ante el equipo con el que empezó su travesía en la primera plantilla granota en marzo de 2018. Una sensación de salto al vacío. Como ese funambulista que transita por una cuerda cada vez más deteriorada y que resiste como puede sin mirar más allá que al paso inmediato.
Al Levante se le puso muy de cara el encuentro y encontró con llegadas selectivas la eficacia que le faltó en otras jornadas. Por posesión era uno de los equipos con una capacidad más alta de generar ocasiones, pero de los peores en definición. El gol de Roger y la expulsión de Chema fueron oxígeno en vena, un subidón de confianza y un extra de relajación emocional para afrontar lo que restaba de contienda sin esa ansiedad que bloqueaba al equipo a medida que cada duelo transcurría con los mismos errores, con el mismo peaje desde que la sonrisa desapareció a partir de asaltar Pamplona. Ahora se ha pasado de enterrar una dinámica de ocho jornadas sin conocer la victoria a encadenar seis sin perder. Hacía 287 días que el Levante no ganaba un partido en el Ciutat, desde el 22 febrero, desde el golazo de Morales al Real Madrid. Y desde el cierre de la temporada en el destierro de La Nucía, y frente al propio Getafe (139 días después, el 19 de julio, aunque en aquella ocasión con Koke Vegas entre palos), el equipo no dejaba su guarida a cero. En total, 19 (17 de Liga y 2 en Copa) de los 105 encuentros oficiales con el de Silla sin encajar una diana.
Ante el ‘Geta’ se vio a un Levante más reconocible. Más fluido en la salida de balón. Con equilibrio y nervio. Atacando los espacios y con transiciones rápidas en ataque. Gestionando los momentos. Y también con esas pérdidas peligrosas en tierra de nadie que provocaron más de un desajuste y algún que otro contragolpe de otro rival en inferioridad numérica. Fue un cara a cara con viento a favor y con mucha dinamita. En su semana más complicada, Paco dio un golpe de entrenador. Sorprendió con un once sin Malsa ni Morales, recuperó a Vukcevic, que no tenía minutos desde el 4 de octubre contra el Real Madrid, dio entrada a los ‘mirlos’ blancos Dani Gómez y De Frutos, que estrenaron su cuenta goleadora en competición oficial, y apostó por Coke, además como capitán y tras haber participado solamente en dos encuentros y en apenas 15 minutos. Es consciente de que los años pasan para todos, que ya no es ese lateral diestro que hizo historia en el Sevilla, pero gracias a su experiencia aporta otros dividendos añadidos que en situaciones de alarma son más importantes incluso que los argumentos futbolísticos. Ha adelantado a Son, señalado tras su encuentro en Pucela, y a un Miramón cuya renovación es uno de los deberes pendientes del área deportiva.
Era el primer reto sin Campaña y eso añadía un grado de dificultad mayor. Me costaba pensar que hubiera otro fútbol sin el andaluz porque parecía insustituible en la hoja de ruta del cuerpo técnico. Por lo de la gestión de roles y la meritocracia que genera tanto debate. Evidentemente que a nadie le viene bien una lesión y para el equipo es un palo por su relevancia, aunque desde que regresó de la selección ha restado más que ha sumado. Sin embargo, su ausencia debe ser un ejercicio de reconstrucción, de demostrar que el Levante no es Campaña y diez más como interesa vender para gestionar una salida que sobre el papel es clave para ajustar cuentas. Porque nadie es imprescindible. Sin el ‘24’ se vio una versión más vertical, punzante, con descaro, vertiginosa y sin ese ritmo espeso en el que había entrado el equipo en bucle con el internacional de nuevo cuño. Que se recupere en los plazos marcados, sin acelerar y que este tiempo fuera de combate le sirva para volver a la casilla de salida, resetear, corregir esa gestualidad que le hace perder puntos y reescribir a su vuelta esos últimos capítulos como granota con un desenlace que deje a todos contentos. Es uno de los mayores talentos que ha tenido el Levante en los últimos años y no entendería que ese adiós que se avecina al concluir esta temporada sea con más detractores de la cuenta.
Hay mucho que corregir y mucho margen de mejora. Solamente se ha frenado la caída libre con una victoria balsámica para escapar además de la zona de descenso que ahora ocupan Osasuna, Valladolid y Huesca. Paco ha ganado vida con el 3-0 y el segundo triunfo de la temporada también ha reforzado a unos cuantos jugadores. Vukcevic es fundamental; y eso que después de recuperarse de una lesión muscular de Grado 1 en el aductor derecho arrastró unos problemas de espalda y unas molestias en el talón que pudieron retrasar todavía más un regreso más que necesario. Equilibrio, criterio y presencia. Su figura fue un respiro. El eslabón para desbloquear el atasco ofensivo. Sin complicaciones en la circulación, con un 94% de acierto en el pase. Clerc voló (una vez más) en el carril del ‘3’. En esa necesidad de vender por un valor de 16,5 millones de euros antes del 30 de junio de 2021 es un secreto a voces que Campaña, Bardhi y Aitor se alzan como los más cotizados, pero ojo con el lateral izquierdo de Badalona, con contrato hasta 2022, que aglutina muchos elogios. Y luego están Dani Gómez, que el del sábado debió ser su segundo tanto tras el que le birló Melero López contra el Celta, y De Frutos, que es pura energía, potencia para encarar, golpeo y una aceleración que debe graduar para ser más determinante. Y un magnífico lanzador de acciones como en el 1-0 de un Roger con personalidad y esa definición que se le pide a un ‘9’.
Que sí, que el escenario se allanó por deméritos del Getafe, pero me voy a agarrar a esos brotes verdes, teniendo claro que solamente es un partido, tres puntos de oro, y no hay que mirar más allá. Ahora toca vérselas con Barcelona (próximo domingo 13, en el Camp Nou, a las 21:00) y Real Sociedad (sábado 19, en el Ciutat, a las 18:30), con la primera eliminatoria de Copa del Rey ante el Racing Murcia entre medias (miércoles 16, 19:00). De órdago, pero si algo ha quedado claro en estos primeros meses de competición es que no hay que dar nada por seguro.