VALÈNCIA. El Valladolid fue un rival correoso, como se presumía. Otro más en esta Liga tan igualada. Sin embargo el Llevant fue superior, durante los 90 minutos. Aceptó el guante de llevar la iniciativa y, sin practicar un fútbol brillante, construyó muchas más ocasiones y llegadas que su rival. Tuvo además el punto de suerte que le había faltado en citas recientes, ya que en dos momentos puntuales los de Pucela pudieron meterse en el partido y complicar las cosas.
El primero fue el gol justamente anulado. El fuera de juego era milimétrico, pero el VAR esta vez acertó, no como en el Wanda. Bendito invento, pese a todo. El segundo fue tras una pérdida de Pier en la zona del campo en que están prohibidas. Pudo costar el empate, ya en el tramo final, en el momento en que los castellanos se volcaban, com más corazón que juego, sobre el área de Oier.
Más que ocasiones claras, que apenas las hizo, el Valladolid creó sensación de peligro en cada balón al área, porque Oier se quedaba a media salida y a última hora optaba por el cobijo de la sombra del travesaño. Al Llevant le quedó entonces franco el territorio para la contra, que no supieron culminar ni Roger ni Morales, una de ellas tras una asistencia de Oier que recordó a Munúa. El Pistolero marcó la sentencia y generó mucho peligro en los 15 minutos de que dispuso, tras su sorprendente suplencia.
Paco López dispuso el trivote medular que creó juego y ocasiones, como acostumbra, sacrificando a Vukcevic, que salió en el 76’ y le costó entrar en un partido que pedía a gritos su presencia. Con la medular en las últimas y el Valladolid apretando, los cambios tardaron más de lo debido. El equipo, en un partido similar al del Leganés, se volcó cuando había que enfriar el duelo y decantarlo sin desproteger la defensa.
Como aquel día (y como en el empate en el Madrigal) los carrileros se fueron muy arriba, sin coberturas, y por ahí llegaron las escasas opciones de los pucelanos. Tal vez no fueron instrucciones de López sino la inercia de un once de clara vocación ofensiva, porque en el último suspiro aún debutó en Orriols Manzanara con la responsabilidad de taponar (más) la creación albivioleta. Debería quedarse en el primer equipo, ya que sus prestaciones defensivas son muy superiores a las de Prcic o Doukouré.
El partido vio nacer a Coke en su posición del futuro. Con el recorrido de la línea de cal ya muy justito pero con una inteligencia táctica sublime completó un partido espectacular como central zurdo: concentración, posición, anticipación, marca. Todas las virtudes que deben tener esos dos centrales tan deseados. Y además tiene gol y carácter.
Morales volvió a estar fallón. Desperdició alguna ocasión, se equivocó en últimos pases, perdió balones peligrosos, abusó de carreritas de cara a la galería y se le atragantó el uno contra uno. Y pese a todo ello fue un dolor de cabeza permanente para el rival. Su sola presencia cerca del área hace temblar las piernas de los zagueros y facilita el desmarque de sus compañeros.
No había margen de error y se venció. El Llevant se aúpa a los 26 puntos, a caballo del Valencia, pero la Liga no da tregua: cualquiera gana tres partidos seguidos, huye de la quema y mete a otro en problemas.
UNO A UNO: Oier (5), Jason (7), Pier (4), Coke (8), Cabaco (6), Toño (7); Campaña (6), Bardhi (5) (Vukcevic (5) 76’), Rochina (8) (Manzanara (sc) 90’); Morales (7), Mayoral (5) (Roger (8) 83’).
Goles: 1-0 Coke 42’; 2-0 Roger 92’