VALÈNCIA. "Esto es la Champions. Es un partido que hace crecer a los clubes, a los entrenadores, a los jugadores, a las ciudades...". La frase corresponde a Marcelino, técnico del Valencia, antes del choque del Juventus Stadium. Tras caer eliminado de la Liga de Campeones, el Valencia pausa su crecida, el técnico también. Marcelino circula en paralelo al Nuno del curso 2015-16, en su segunda temporada. Con el club entregado a él y a sus fichadores, el técnico ha caído en la fase de grupos con al agravante de quedarse sin opciones a falta de una jornada. Su política de fichajes, acertada en su primer ejercicio, es hoy cuestionable con todo el poder que acumula en la entidad. La eliminación en Champions es su primer fracaso importante. Ayer el club, con la llaga abierta, presentó la chaqueta Himno dentro de un centenario, hasta la fecha, monetizado. La vida sigue.
El Valencia, empequeñecido en los últimos años por la negligente gestión de presidentes como Juan Soler, Vicente Soriano y Manuel Llorente no ha frenado su caída desde la llegada de Meriton. Económicamente sobrevive, que no es poco, pero su reputación europea sigue cotizando a la baja. El consuelo de jugar la Europa League sabe a realidad, también a descalabro.
El mazazo todavía resuena en el túnel de vestuarios del Juventus Stadium aunque la herida por la que el martes sangró de nuevo el equipo es la que sufrió en Berna, en aquella noche decepcionante ante el Young Boys. En un partido en el que estaba prohibido tropezar, el Valencia se salvó entonces de la derrota gracias a Neto, su sobrio portero brasileño, héroe en la sombra en repetidas ocasiones. Esa, la de Berna, fue la equivocación. Ese fue el golpe, ese fue el fracaso. Luego la mano de Fellaini rompió la magia de jugárselo todo a la ruleta rusa en la última jornada en Mestalla. Tan corto de fútbol como afortunado en los últimos minutos de la Liga de Campeones, el United del histriónico Mourinho eliminó al Valencia, otro equipo justito de fútbol en el primer tercio de campeonato pero en el que se advierten mejoras en los últimos cuatro partidos.
Meriton no ha parado la caída. El club disputa la Liga de Campeones de forma anecdótica cuando, por cuajo y tradición, debería hacerlo por rutina, por costumbre. En las cinco temporadas -la quinta está en marcha- de gobierno singapurés, el Valencia solo ha estado presente en dos ocasiones y en ambas no superó la primera fase. El método es el mismo que eligió Peter Lim tras su acceso al poder: todo el poder para el entrenador, que funciona como un mánager general. El director deportivo, si lo hay, está en manos de los agentes de turno: antes Mendes, ahora Eugenio Botas y también Mendes. Pablo Longoria, que está errando el tiro en la confección del Juvenil A y del Mestalla, trabajaba para Botas, agente de Marcelino, y Mendes no lo tiene en cuenta ya que despacha directamente con Peter Lim o con Mateu Alemany. El director general, arriba de la pirámide fichadora según sus propias palabras, está de acuerdo con los métodos de Marcelino.
Pese a la derrota ante la Juve, el equipo está mejorando ligeramente. Su consistencia es mayor y arriba tirando de Santi Mina y Rodrigo ya circula la electricidad. Marcelino ha dejado en la cuneta su particular y agresiva política de rotaciones a la que permanecía pegado como lo hace todavía a su innegociable 4-4-2. El sistema sigue inquebrantable pero los cambios se han reducido a uno por partido. Tras la derrota ante el Girona, el asturiano decidió apostar por un once reconocible y tirar de sus intocables. En esa toma de decisiones el técnico asume el error en la planificación deportiva. Wass juega en el lateral derecho en lugar de Piccini y en punta Batshuayi ha caído en desgracia y Gameiro, por el que Marcelino decidió que el club pagara 16 millones de euros, es suplente. Juegan Rodrigo y Santi Mina, los mismos de la temporada pasada. La cacareada mejora en la plantilla no ha sido tal, el Valencia es el mismo con la tara de tener jugadores clave fuera de forma o lesionados.
Garay, pendiente de renovar, no tiene continuidad pese a que sus condiciones, técnicas que no de carácter, son notables. Suerte que lidera Gabriel, que ha dado un paso adelante y está comprometido. Kondogbia tiene molestias musculares permanentes que el club, como sucede con Garay, no identifica. Y Guedes ha entrado en un bucle de bajo rendimiento como consecuencia de otro problema muscular que no le impide jugar pero si exhibir su desequilibrio como hacía antaño. El lenguaje corporal y gestual del portugués no para de transmitir que está lesionado. Ayer la emisora valenciana CV Ràdio informó que Guedes padece una pubalgia.
Luego está el bajo rendimiento de Parejo, cerquita de renovar, y el bloqueo mental de Rodrigo que, para que el penar del jugador este curso sea mayor, acaba de lesionarse tras su brillante partido ante el Rayo. Murillo está apartado por el técnico, cuando su nivel con continuidad es superior al de Diakhaby, y también sucede lo de Carlos Soler, eliminado del once por Marcelino en los partidos gordos de Old Trafford y el Juventus Stadium. Parejista hasta el extremo, Marcelino orilla al canterano. El miércoles planteó un partido conservador con Kondogbia y Coquelin pero en esa decisión el técnico fue fiel a sus principios. Sus equipos siempre están cortados por el mismo patrón.