ALICANTE. Los capitanes del Hércules se reunían el pasado miércoles con el presidente Quique Hernández y el consejero delegado Carlos Parodi para conocer los planes a corto y medio plazo de la entidad.
Lo desvelaba el máximo mandatario blanquiazul el pasado viernes, en el último programa de la temporada de Esport Alacantí. Eso sí, Hernández puntualizaba que poco le habían podido aclarar a los representantes del vestuario al estar pendiente la incorporación de un director deportivo (se negocia con Carmelo del Pozo) que será el encargado de decidir sobre renovaciones y bajas y, especialmente, encontrarse todos afectados desde hace más de dos meses por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) por causa de fuerza mayor en virtud del que tienen suspendidos sus contratos.
Ese ERTE, cuya vigencia ha pasado a extenderse hasta el 30 de junio por un Real Decreto-Ley dictado por el Gobierno hace 11 días (que lo desligaba del estado de alarma), conlleva que jugadores y cuerpo técnico perciban del Estado una prestación mensual que asciende al 70% de la base reguladora de su nómina de febrero, pero con unos topes que hacen que en el mejor de los casos (si cuentan con dos o más hijos) cobren un máximo de 1.400 euros, una suma sensiblemente inferior a la que tienen recogida en sus contratos.
A nadie se le escapa que la intención del club es mantener el ERTE por el máximo de tiempo posible, toda vez que la competición ha finalizado para el Hércules, pero no la temporada: los blanquiazules no jugarán más en el curso 2019/20, pero este no finaliza hasta que lo haga el último partido de un 'play-off' de ascenso a Segunda A que está previsto para el fin de semana del 18 y 19 de julio. Lo anterior hace que aquellos futbolistas con contrato por obra y servicio o, lo que es lo mismo, por temporada y que finalizan con esta sigan hasta ese penúltimo fin de semana de julio en vigor y que aquellos con contrato de duración determinada y fecha de terminación el próximo 30 de junio también continúen, al prorrogarse automáticamente la misma por el mismo tiempo que ha durado el ERTE (vamos ya camino de los 70 días, por lo que ahora se extinguen en septiembre), de acuerdo con lo establecido en el Real Decreto-ley que permitió solicitarlo.
Los futbolistas no mantienen contacto con el cuerpo técnico desde hace dos semanas, justo cuando la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) decidió dar por terminada de manera anticipada la Liga regular. Al estar en vigor el ERTE no volverán a ejercitarse. Una vez haya o no director deportivo, es decir, el club ponga en marcha la planificación de una temporada 2020/21 que no arrancará antes de octubre, se iniciará la negociación con los futbolistas con contrato en vigor con los que no se cuenta para la próxima campaña. También, con aquellos que quedan libres y se quiere retener (sean ahora jugadores en propiedad del Hércules o defiendan su camiseta en calidad de cedidos).
Solo los trabajadores con contrato indefinido se encuentran blindados 180 días en su puesto de trabajo tras un ERTE como el que tiene el club del Rico Pérez en vigor, así que los futbolistas quedan al margen de esa previsión. De atascarse la negociación para rescindir, el Hércules podría poner en marcha otras medidas de regulación de empleo más severas. No sería la primera vez que protagoniza lo anterior.