VALÈNCIA. El 9 de septiembre de 1984 se disputaba en Mestalla la segunda jornada de liga en primera división. Era el tiempo en el que la dictadura de los operadores televisivos permitía que las ligas comenzaran en septiembre y acabaran en junio del año siguiente.
Sin embargo, la televisión (más bien, el reparto del dinero hacia los jugadores por derechos de imagen) iba a propiciar en Mestalla un insólito encuentro de liga en la máxima categoría en la que se enfrentaría el filia del Valencia CF contra el juvenil del RCD Espanyol; eso sí, con puntos en juego.
Para ese fin de semana, la AFE había decretado jornada de huelga por el asunto ya referido. El sindicato de futbolistas pedía su parte del pastel en el dinero que empezaba a dejar la televisión, en concepto de derechos de imagen. Lejos de llegar ambas partes a un acuerdo, la AFE decidió convocar jornada de huelga.
Los futbolistas se unieron, pero los clubes decidieron no parar ¿La solución? Jugar con futbolistas de las divisiones inferiores para que se celebrara la jornada. Entonces no existía la condición de comunitario (España no sería miembro de la UE, entonces CEE, hasta el 1 de enero de 1986, y la Ley Bosman no llegaría hasta 10 años más tarde), así que se permitía un máximo de dos jugadores extranjeros -cualquiera que fuera su nacionalidad- por club. También ellos se adhirieron la huelga, con lo que no tomaron parte en la jornada pese a las especulaciones existentes durante la semana.
Aún así, cualquier parecido con la realidad era muy tangencial. Sin ir más lejos, en la jornada anterior el Valencia CF venció 0-1 en Elche con este once: Sempere; Quique, Arias, Tendillo, Serrat; Castellanos, Subirats, Roberto, Saura, Wilmar Cabrera y García Pitarch. Para el partido de la huelga el once fue: Tapia; Solaz, Giner, Juárez, Paco Pepe; Cuxart, Arroyo (Hueso, m. 60), Rufat (Ferrando, m. 55), Palonés, Sixto y García Pitarch.
En el RCD Espanyol se dio la misma situación de revolución en el once, pero aún fue más acusada dado que se presentó con pocos jugadores de filial y si con un nutrido grupo de futbolistas del juvenil. Para que puedan realizar la comparativa, este fue el once del conjunto Perico en la primera jornada del campeonato: N´Kono; Job, Arabí, Míguel Ángel, Soler; Orejuela, Zúñiga, Forcadell, Lauridsen, Iñaki y Orlando Giménez. La tarde de la huelga, los blanquiazules saltaron a Mestalla con esta alineación: Cuatrecases, Macanaz, Lagares, Campaña, Ferré, Alonso, Llecha (Basagaña, m. 68), Valle, Miralles, Martorí (Carreño, m. 60 ) y Álex García.
En una soleada tarde de domingo y ante tan sólo 12.000 espectadores (775.000 pesetas de recaudación, unos 4600 euros), en la tarde de huelga se enfrentó el filial del Valencia Cf contra el juvenil del Espanyol. El partido, arbitrado por el cántabro Victoriano Sánchez Arminio, finalizó con una aplastante victoria valencianista por 5 goles a 1. Palonés en el minuto 14, Sixto (qepd) de penalti en el 39, Ferrando en el 58, García Pitarch en el 72 y Giner en el 89, marcaron por parte del Valencia mientras que Alex García en el 53 hizo el solitario tanto perico.
La polémica la puso la actuación en el Valencia CF de Suso García Pitarch. El vallbonense (que fue repescado por el Valencia en invierno de 1983 tras su cesión al Gandía) se recalificó como amateur para saltarse la huelga y poder jugar el partido. La maniobra levantó la indignación de rivales y multitud de jugadores que consideraron que García Pitarch había sido actuado como un esquirol al no secundar el paro de sus compañeros convocado por AFE.
Una semana más tarde, el día 16, no hubo fútbol ya que un dictamen del director general de Trabajo determinó que utilizar juveniles y aficionados no era ajustado a derecho. Tras este dictamen -una semana más tarde- la liga volvió a disputarse con profesionales. Sin embargo, la tarde del 9 de septiembre de 1984 pasará a la historia como el día que en primera división se midieron los jugadores del Mestalla contra los del juvenil del Espanyol.
NOTA: la foto que la pasada semana ilustró el texto de esta misma sección “La senyera italiana de un solo uso”, pertenece (junto con el ejemplar fotografiado) a la colección personal de José Ignacio Ponce.