VALÈNCIA. Viernes: autobús hasta Madrid. Sábado: tres de madrugada hasta Santiago de Compostela, y otro bus hasta Ferrol. Entrenamiento en la Ciudad Deportiva del rival y, el domingo tras el partido, otra odisea hasta Valencia: avión a la capital y bus de madrugada de vuelta a casa. Es el viaje eterno que ya ha emprendido el Levante para enfrentarse al Racing de Ferrol en una jornada vital, sobre todo, para el futuro de Javi Calleja. La rueda de prensa previa del entrenador se adelantó al viernes con motivo de un desplazamiento que arrancó, exactamente, 48 horas antes del encuentro de A Malata.
No es algo habitual para disputar partidos de la competición doméstica, pero sí una tónica esta temporada para el Levante, que ya suprimió las estancias de la primera plantilla en hoteles de concentración previo a choques que se juegan en el Ciutat. Incluso miembros del Consejo de Administración han desvelado en alguna ocasión viajes por carretera, al margen de la plantilla, con el objetivo de ahorrar costes con la delicada situación económica del club en la mano. Es más, tampoco es esta la primera ocasión, ni será la última, en que el equipo se traslada por carretera para disputar encuentros ligueros y entrena en la Ciudad Deportiva de otro club por la necesaria anticipación de su rumbo. Ya se pisaron los campos de entrenamiento del Zaragoza o el Sporting de Gijón.
Sea como sea, el viaje eterno es una de las cosas que preocupan o, al menos, ocupan al cuerpo técnico, por más que Calleja se negara este viernes a poner este hecho como excusa. "Es lo que hay y nos adaptamos, solo falta que las pongamos para que haya más motivos de polémica. Es lo que toca en este momento y no hay que darle más vueltas”, comentó el preparador madrileño en la previa, aunque la realidad es que es un asunto que preocupa. Más que la vuelta de madrugada -por tener toda la semana de descanso hasta el siguiente partido-, las rutinas del periplo de ida. El objetivo, que el cansancio afecte lo menos posible para un encuentro crucial.