VALÈNCIA. Alessio Lisci ha encontrado por fin la tecla en defensa. Le ha costado, pero el italiano ha reducido al máximo la sangría de goles que recibía el Levante, antes y después de su llegada al banco del primer equipo, y que contrastaba con su sello en las categorías inferiores del club de Orriols. En una semana, muchas cosas han cambiado sobre la hierba: antes del encuentro del pasado miércoles en el Metropolitano, el Levante había encajado 25 goles en 9 partidos. Salía a casi tres tantos por encuentro, siendo además el que más encaja a balón parado de La Liga -otra de las tareas que el romano está consiguiendo pulir, de momento-. Hoy esas cifras mantienen a los granota como los más goleados del campeonato, pero en las últimas tres citas el promedio es radicalmente diferente: solo un gol encajado, en Balaídos, resistiendo ante el vigente campeón y goleando a un Elche en estado de gracia.
El técnico explicó en sala de prensa, tras el partido del pasado viernes, el movimiento de piezas que está haciendo a los suyos mejorar en este aspecto. "Un trabajo que no solo es de los defensas, sino de todo el equipo", apuntó Alessio. La presión ya desde la línea de ataque se ha visto perfeccionada y no ha variado en las tres últimas jornadas. El trabajo ha dado sus frutos. Lo que tampoco ha cambiado y ha llegado para quedarse es la defensa de cinco hombres. También admitió Lisci que ese sistema se ha asentado y que el equipo ha encontrado el equilibrio. Su hábitat. Se puede decir que el 5-3-2 es el sistema de Alessio en el Levante. Desde el encuentro en el Coliseum el italiano ha planteado de manera ininterrumpida tal dibujo. Ya son cinco duelos.
Además, tanto el esquema, como la victoria de impulso en Madrid, como el momento de confianza que vive hoy el grupo han impactado en el rendimiento de algunos de sus pupilos. Duarte y Róber Pier, que no venían cuajando precisamente la mejor de las temporadas, han mejorado prestaciones en la última semana. Otra cosa será lo que ocurra de ahora en adelante, pero con Vezo, Postigo y Mustafi en el dique seco, los tres centrales que quedan, con Cáceres de gran ayuda, han dado un paso adelante arropados detrás. Y con un orden exhaustivo y absolutamente cuidado: se desgañitó el entrenador desde el primer minuto del encuentro ante el Elche por mantener esa armonía defensiva y por que los delanteros no desistieran en la presión. Tanto es así que se vieron episodios de órdenes concretas al propio Roger para que focalizara la presión en uno de los centrales libres en la salida de balón del Elche. Los ilicitanos movieron la pelota de lado a lado sin conseguir percuitir, al menos de manera constante como en otros choques, en dominios locales.
En cualquier caso, la tecla está localizada. Incluso a pelota parada, el auténtico talón de Aquiles de la defensa levantinista, se ha visto un toque de sobriedad desconocido hasta la fecha. Son 12 las dianas encajadas hasta el momento en esas lides y en los últimos tres encuentros se ha frenado la hemorragia, tras abrir la herida de par en par tanto en el partido ante el Betis como en Getafe. Ya entonces Alessio dio un toque en público, reconoció que era "una constante que no puede ser", y la realidad es que la verbena se ha tomado un descanso que en el cuerpo técnico se confía en que sea definitivo. Nadie puede asegurar, lógicamente, que el Levante no vaya a encajar nunca más en jugadas ABP, pero sí que se trabaja específicamente para que no sea una constante. Esto se convirtió en obsesión para Alessio y su equipo, y no deja de ser un foco abierto por mucho que los ensayos hayan dado resultado.