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para recordar

Aquel maldito gol de Makaay

Las rectas finales de Liga también dejaron recuerdos amargos en el valencianismo, como cuando Makaay remató a un Valencia recién salido subcampeón

7/06/2020 - 

VALÈNCIA. El Valencia retoma el próximo viernes lo que empezó y dejó a medias: la vuelta a la próxima edición de la Champions League. Desde que el tan recordado estos días Valencia de Héctor  Cúper alcanzara su primera final en el año 2000, el objetivo de al menos figurar en la máxima competición europea ha sido una constante, unas veces como motivación, otras a modo de losa. 

Tal semana como la que entra, aquel equipo -el segundo de un Cúper que ya contaba sus últimos días de blanquinegro- volvía a tatuarse la misma meta en la frente: "Si no pudo ser en Milán, al menos que pueda ser la temporada que viene", se mascaba en Mestalla aquel 10 de junio de 2001. Y es que hacía apenas dos semanas, los penaltis ante el Bayern volvieron a dejar al Valencia con la miel en los labios. Aunque, eso sí, entonces, en ese año sin Mundial ni Eurocopa, la gran final de la Liga de Campeones no cerraba la campaña. Todavía restaban tres jornadas de competición regular por delante. 

El Valencia no ganó ninguno de esos tres encuentros tras la tragedia de San Siro. Y sí, necesitaba sumar si quería volver a jugar Champions y, contra todo pronóstico, caer fuera de los cuatro primeros puestos ligueros. Si bien es cierto que el futuro lejano deparó grandes cosas al murciélago tras una gran decepción, el cercano trajo una tristeza que terminó por llevarse el trabajo de todo un curso por delante.

Aquel domingo, Mestalla recibía al vigente campeón, al Dépor de Fran, Valerón, Tristán y Makaay. Antes, el Sardinero fue el primer estadio que recibió al flamante repetido subcampeón y tercer clasificado de La Liga. La victoria era un bálsamo, porque el irregular perseguidor de entonces -un Barça con grandes nombres pero en el que solo Rivaldo parecía funcionar regularmente- había caído en su casa ante el Oviedo. El empate ante el Racing sirvió para meterle un punto a los puestos UEFA a falta de dos fechas para el final, aunque el Mallorca -nuevo tercero en la tabla- ya había puesto cara de Champions con una nueva victoria.

Con esas pisaba el Deportivo de Irureta la Avenida de Suecia un 10 de junio. Sin nada quue ganar, acomodadísimo en la segunda plaza. Una tarea, a priori, más sencilla para los valencianistas, pero la rivalidad valenciano-gallega todavía pesaba como para deambular por el césped como si nada. El Barça empató en Valladolid, y además en los últimos minutos con un tanto de Overmars, por lo que, con los culés a cuatro puntos vista, un mísero 0 a 0 bastaba para certificar la Liga de Campeones del año próximo, lavarse la cara y que el verano borrara aquella angustiosa primavera.

De hecho, esa pinta traía el partido una vez concluida la primera mitad. Tablas a nada al descanso pese a las ganas de secarse las lágrimas de Milán que mostró el Valencia. Tuvo ocasiones, pero la pelota no quiso entrar tanto como la de Makaay. Al arrancar el segundo tiempo, la lesión de Donato, la sustitución de Valerón y la aparente calma del equipo que tenía los deberes hechos hacían presagiar una mejor suerte. Pero aquella mala fortuna no desapareció. 

Un despeje a nadie de Mauro Silva para sofocar un centro al área del Kily terminó cogiendo la espalda de Ayala. Una jugada fácil para el argentino, que ya entonces era el poderoso central que meses más tarde iba a confirmar. Ayala creía controlado aquel balón que trató de ceder a Cañizares, pero se quedó cortó. Y por allí acechaba el Luis Suárez de la época, un Makaay hambriento que sorteó al meta y silenció Mestalla. 

Era el minuto 68 y el Valencia, por supuesto, iba a buscar la épica. Aunque en jornada unificada, el Barça entonces perdía y un empate era un seguro ante, como terminó ocurriendo, posibles reacciones blaugranas en Pucela. Molina había visto correr al Piojo en La Cartuja un par de años atrás, pero esa noche no iba a dejar un solo segundo para fiestas valencianistas. Paradas inverosímiles a Carew o Zahovic aparte, un generoso descuento de cinco minutos esta vez no terminó con locura en las gradas.

Carboni, nervioso, preguntaba qué estaba haciendo el Barça en Zorrilla, como se pudo escuchar en la retransmisión de aquel encuentro en Canal 9. Y los de Rexach habían terminado con un insuficiente 2-2 para sus intereses. Sobre todo si el Valencia terminaba haciendo el gol de la épica. 

No lo hizo. La derrota dejaba la diferencia en tres puntos entre cuarto y quinto. El Valencia tenía que no perder en el Camp Nou para sellar la Champions League, pero allí actuaba Rivaldo.

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