VALÈNCIA. El entrenador del Valencia, Rubén Baraja, cumplió el pasado sábado ante el Mallorca su partido número 50 como técnico del club de Mestalla, del que ya es leyenda como jugador al ser pieza fundamental en los éxitos de la entidad a inicios de los 2000.
Baraja llegó al Valencia tras la jornada 21 de la pasada temporada, en la que el equipo en el que había disputado 362 partidos como futbolista estaba en décimo octava posición con apenas 20 puntos, y tras una segunda vuelta en la que consiguió que el conjunto valenciano se hiciera fuerte en Mestalla, se salvó en la última jornada del campeonato liguero.
Tras ganarse la renovación con la permanencia, el vallisoletano comenzó el presente curso con el objetivo -desde el propio club- de la salvación y tras unos buenos primeros meses, en los que sacó victorias de prestigio ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán o ante el Atlético de Madrid en Mestalla, ahora yace en octava posición con 41 puntos y con la oportunidad de pelear por la séptima plaza, que podría dar acceso a competiciones europeas.
Ahora mismo, el entrenador vallisoletano es el cuarto técnico con peor porcentaje de victorias de los entrenadores que han dirigido al menos 50 encuentros con el club. Sin embargo, Baraja ha conseguido dotar de identidad al Valencia, que basa su juego en la solidez defensiva, pese a la deriva social y económica del club de Mestalla y de la fuga de grandes jugadores que ha vivido la entidad en los últimos años.
De hecho, a pesar de esas malas cifras en cuanto a porcentaje de victorias, Baraja es el décimo segundo de los 28 entrenadores que han dirigido al Valencia en al menos 50 partidos con una menor media de goles recibidos por encuentro (1,12), una cifra que mejora ostensiblemente los 1,26 goles por partido que le encajaron de media tal Valencia en toda su historia.
A pesar de que no había contado con experiencia previa en Primera División antes de llegar a Mestalla, Baraja ha logrado hacerse un hueco en el Valencia como entrenador y tiene por delante año y medio de contrato en el que busca hacer progresar un proyecto que ha cimentado en este último año pese a la incertidumbre inicial y en el que ha reenganchado al valencianismo.