VALÈNCIA. Marcelo Saracchi está de vuelta y ha pisado el acelerador en el Levante. Tras el calvario de casi ocho meses de parón que pasó por la rotura del ligamento cruzado de su rodilla derecha mientras militaba en las filas de Leipzig alemán, el uruguayo regresó en marzo a los entrenamientos y se puso a las órdenes de Alessio Lisci por primera vez desde que firmó su contrato libre como granota, ya cerrada la persiana del mercado invernal. Hoy, mes y medio más tarde, es una pieza de rotación que el técnico italiano tiene muy en cuenta para su carril izquierdo. Ha dado un paso adelante y sus buenos minutos en Mestalla son prueba de ello. Disputó poco más de media hora y dejó buenas sensaciones, aunque ya había debutado sin demasiado impacto una semana antes, frente al Sevilla.
Alessio se lo pensó cuando Son, en una acción dentro del área en la que Figueroa Vázquez interpretó que el andaluz se había dejado caer a propósito, pudo ver la segunda amarilla. Fue entonces cuando el preparador romano movió el avispero y ordenó al charrúa despojarse inmediatamente del peto de calentamiento. Saracchi había intensificado ejercicios ya durante el descanso y llevaba en la banda desde el inicio del segundo acto, pero en la mente del entrenador desde antes del partido, incluso. Aunque el buen rendimiento de Son desde que cambió de costado le ha reforzado en la demarcación, Alessio ha probado con el ex de River en la izquierda a lo largo de alguna sesión en Buñol y bien podría entrar de inicio en próximas citas. Con o sin la permanencia como meta matemáticament posible.
Tanto es así que Saracchi sorprendió a compañeros y cuerpo técnico por su intensidad cuando empezó a entrenar la semana del pasado 9 de marzo. Incluso por su energía han saltado chispas en alguna acción de entrenamiento. Aún así, el frenazo en la carrera del lateral por su lesión de rodilla obliga a ir con cuidado en lo que respecta a la gestión de esfuerzos. Saracchi ha vuelto a sentirse futbolista, pero no lo hace tras una lesión menor, precisamente, y por ello se va con pies de plomo a la hora de cargarle de minutos por mucho que se sienta capaz de formar de inicio. O, como comentó en su presentación, "mentalmente preparado".
Y es que el carrilero de Paysandú tiene contrato en Orriols hasta junio de 2024 con opción a tres temporadas más, y su llegada libre fue una oportunidad de mercado que Felipe Miñambres no estuvo dispuesto a dejar pasar. De hecho, el director deportivo del Levante deslizó en la presentación del jugador que un equipo de La Liga se interesó por la vinculación de Saracchi con el Levante una vez finalizara el presente curso en caso de descenso granota a Segunda División. Pero su contrato está cerrado al menos dos temporadas más y para que el charrúa saliese tendría que ser con una oferta convincente por delante, toda vez que Clerc, sin permanencia, quedará libre a la conclusión de la campaña.
Miñambres ya trasladó que Saracchi, con 24 años recién cumplidos, es "una opción de futuro". De hecho, uno de los argumentos para echarle el cerco después de su rescisión con el Leipzig en enero fue que, en condiciones normales, sin su rotura de cruzado a cuestas y con contrato vigente en el club germano, el fichaje de Saracchi por el Levante hubiese sido algo difícil de ver. Aún así, el Espanyol quiso contratarle justo antes del desafortunado lance de pretemporada que le llevó a la enfermería. Tras su paso a préstamo por el Galatasaray, el Leipzig se planteó su cesión, según publicaron entonces medios alemanes, pero su rodilla ahogó la posibilidad de su primer aterrizaje en España.