VALÈNCIA. Con mano diestra y paso firme. Así es como arrancó este sábado Javi Calleja su periplo como técnico del Levante tras ganar en su primer envite en Ibiza. No solo los tres puntos dan impulso en el arranque del madrileño en el banco granota, sino también la mano sobre el partido y la forma en que movió piezas una vez el equipo se quedó con 10. Y es que el primer triunfo de Calleja como levantinista, continuando con la buena racha de Felipe Miñambres en los dos choques anteriores, llegó con un hombre menos sobre el tapete y una mejoría ostensible respecto al inicio de encuentro, cuando las fuerzas numéricas estuvieron igualadas.
El Levante salió absolutamente tembloroso, desajustado en defensa y con un carril diestro que el cuadro ibicenco rompió a las primeras de cambio. Son padeció sobremanera. Sin ser capaces de coser el agujero, la expulsión de Pablo Martínez al borde del descanso acabó por despertar paradójicamente al equipo. El entrenador lo tuvo muy claro: la pieza a incluir en el engranaje para arreglar el desaguisado era un Iborra que fue clave en su etapa en Villarreal, pero que no alineó en su primer once en la entidad de Orriols. El moncadense dio el poso necesario, una personalidad muy marcada y un equilibrio táctico que, unido a la magia de Montiel y De Frutos, zarandeó el partido. La mano de Calleja surtió efecto; el resto, salió solo. Montiel volvió a jugar a fútbol de salón y sirvió dos asistencias maravillosas, bien de azúcar, para acabar saboreando la victoria.
Es la primera vez en el curso que el Levante suma tres triunfos consecutivos. Un 9 de 9 que no se veía desde hace exactamente cuatro años, cuando los chicos de entonces Paco López lograron cuatro victorias seguidas. Un 12 de 12 para iniciar la 18/19. Aquella racha, sin embargo, precedió a un final de curso convulso en que el Levante se salvó de la quema en una agónica penúltima jornada en Girona. Aún así, aquellos cuatro encuentros ante Alavés, Getafe, Real Madrid y Leganés lanzaron al cuadro levantinista en aquel arranque de campeonato. En cualquier caso, la nueva victoria de Calleja, atada a las dos anteriores de Miñambres, muestran un cambio de rumbo respecto a lo visto con Mehdi Nafti al timón.
La imagen de los futbolistas al finalizar el choque evidenció no solo la mochila de piedras que se está quitando de encima el vestuario, sino la capacidad de voltear una noche que desde el inicio parecía destinada a ser aciaga. Y en lugar de volver a las andadas, el Levante se mete en puestos de promoción de ascenso con permiso de Albacete o Eibar. La mano de Calleja, de momento, mantiene el pulso aplomado.