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opinión politizada / OPINIÓN

Cuando lo pides en AliExpress vs Cuando te llega a casa

28/06/2023 - 

VALÈNCIA. ¡Albricias, el Valencia ya tiene segundo entrenador! ¡Aleluya, un valencianista de Nules apunta a ser el segundo fichaje del verano! Los titulares más optimistas irán por ahí, aunque la letra pequeña en ambos casos es importante: Chema Sanz se lleva del Levante Atlético tanta paz como descanso deja, mientras que Sergi Canós viene haciendo “un Baraja” durante el último año, demostrando más interés que el propio Valencia en recalar en el Valencia. Bien por el jugador, no tan bien por la dirección deportiva del ‘local management’. ¡Vamos, Corona! 

Y así, los días pasan plácidos en la ciudad en la que nunca pasa nada, mientras Peter Lim se relame ante la posibilidad de sacar adelante el cacareado convenio del Nuevo Mestalla sin necesidad de hacer ninguna concesión y tras nueve años tocándose la barriga.

Andaba estos días dándole vueltas al célebre concepto del ‘reset’ y a un fallo fundamental en el que, entiendo, la señora Layhoon Chan –a la que seguimos esperando en Valencia un mes después de marcharse- no reparó demasiado cuando dio luz verde a aquel breve comunicado al acabar la temporada. 

Porque el ‘reset’ no existe como tal en un club de fútbol. Por mucho que uno quiera autoengañarse, nunca se empieza realmente de cero la temporada siguiente.

Ejemplos hay a patadas, pero basta con mirar la última década de Meriton para encontrar un patrón reconocible y que respalda mi argumento: cada verano, el club ha tenido que lidiar con la mochila de errores –y, en ocasiones, aciertos- llenada en la campaña previa. Y esa mochila siempre ha lastrado gran parte de su capacidad de maniobra para el nuevo curso. Sólo hay una excepción, que además puede calificarse sin miedo y literalmente de excepcional: lo ocurrido en verano de 2017, cuando entre Marcelino y Mateu Alemany –y la inestimable ayuda de aquel ‘informe Voro’ tan necesario para identificar manzanas podridas en la caseta- se llevó a cabo una limpieza profunda y sin sentimentalismos que, esta vez sí, permitió un ‘reset’ a todos los niveles.

¿El resto de años? Una continuidad de los anteriores. En la mayoría de casos, gestiones deficientes y viciadas de antemano que no auguraban nada bueno con el arranque de la competición. No era cuestión de profecía autocumplida, sino de la más elemental lógica: el pulso de poder en verano de 2015, hacer plenipotenciario al entrenador y la campaña de odio hacia Nuno por parte de los partidarios de Amadeo Salvo sólo podían acabar en ruina, igual que confiar el proyecto 16-17 a Pako Ayestarán al verano siguiente. Dejar al volante a un pirómano incapaz como Anil Murthy durante casi cinco años iba a suponer un hándicap difícil de superar en cada periodo estival, en cada renovación, en cada fichaje y en cada venta de futbolistas. Todos los meses de junio se prometía un ‘reset’, pero nunca partías realmente de cero: siempre lo hacías en negativo. 

Las piedras en la mochila alcanzaron tal tamaño que, este año sí, el Valencia fue el cervatillo petrificado en plena carretera viendo las luces del coche acercándose a toda velocidad, aunque finalmente no acabase atropellado por la Segunda División. Layhoon y resto de ejecutivos podrían preguntar a la gente de Osasuna, por ejemplo, si su situación de bonanza actual viene dada por un continuo y cíclico ‘reset’ veraniego o si, por el contrario, es fruto de un trabajo minucioso –con sus aciertos y errores- temporada tras temporada, construyendo sobre la anterior.

Lo sorprendente es que haya todavía quien se sorprenda. La temporada 2023-2024 será la décima con Peter Lim a los mandos del juguete: una década ominosa de destrucción y miseria que ha degradado hasta tal punto la identidad y el estatus del Valencia que, como tituló mi compañero Manolo Montalt para indignación de unos pocos que todavía viven en el país de la piruleta, cada año partimos desde la necesidad de salvar los muebles y llegar a 42 puntos lo antes posible.

Sin embargo, parece que a un reducido sector del entorno todavía le cuesta admitir que en 2014 al valencianismo le colaron un máximo accionista ‘fake’ cuya realidad no se ha parecido ni por asomo a todas las promesas realizadas hace una década. ¿Todavía hay dudas? Vamos a resolverlas de un plumazo tirando de hemeroteca.

A principios de 2014, con el proceso de venta todavía en pañales, Peter Lim hizo llegar a Bankia un plan de negocio a diez años vista con las proyecciones económicas y deportivas hasta la temporada 2023-2024. ¡Mira qué bien nos va a venir este papelito! Radio Valencia Cadena Ser hizo público el documento a los pocos meses, y lo cierto es que la comparativa con la realidad actual es para echarse a temblar.

En el multiverso idílico que Lim planteó a Bankia antes de adquirir la mayoría accionarial y renegociar –que no liquidar- la deuda de la sociedad, el plan consistía en clasificar al equipo para la Liga de Campeones en la temporada 2014-2015 y, a partir de ahí, convertir al Valencia en un Top 4 de España de manera anual y consistente, siempre colando al club en la máxima competición europea hasta la temporada 2023-2024. Diez años seguidos oyendo la música de la Champions en Mestalla. Qué guay, ¿no?

Como todo el mundo sabe a estas alturas, Peter no ha estado ni remotamente cerca de lograr algo así: se cumplió con las expectativas la primera temporada de su mandato, y las dos con Mateu y Marcelino al frente. En las seis campañas restantes, las clasificaciones han oscilado entre la 9ª posición con Bordalás hace un par de años y la indignante 16ª posición de esta temporada, esquivando por los pelos el descenso de categoría.

Más cositas: los ingresos totales sin contar las ventas de futbolistas. En la planilla que Lim pretendía colarnos como su plan maestro para consolidar al Valencia en la élite europea había previstos 216 millones de euros de ingresos para la 2022-2023; la realidad es que, esta temporada, el presupuesto presentado por el club a finales del año pasado fijaba la cifra en unos 110 millones, teniendo en cuenta que se hizo antes de la espantada de Cazoo y la necesidad de buscar un nuevo ‘main sponsor’. Del papelito de Lim a la realidad los ingresos ‘sólo’ se han visto reducido a la mitad. Casi nada.

Por último, y por no hacer demasiada sangre, el diferencial entre ingresos y gastos: Peter Lim ‘vendió’ a Bankia un proyecto económico solvente en el que, tras dar pérdidas de 15 millones en su primera temporada, pasara a nueve ejercicios consecutivos de beneficios crecientes, además de tener el Nuevo Mestalla finalizado para la temporada 2017-2018. De nuevo, porrazo de realidad: en una 2022-2023 en la que Peter proyectaba un superávit de 45 millones de euros, la cifra en los presupuestos este año es de 0 (equilibro entre gastos e ingresos), y la realidad marca pérdidas por unos 12 millones de euros a menos que se consiga cerrar alguna venta importante antes del 30 de junio. Del Nuevo Mestalla y las excusas durante tantos años para no reemprender las obras mejor no hablar.

En resumen: el valencianismo pidió por AliExpress un máximo accionista solvente, fuerte, que invirtiese en hacer crecer al club a todos los niveles. El valencianismo pidió abundancia y seriedad. Y lo que al valencianismo le llegó a casa… fue un señor que no ha terminado el estadio, que ha hundido deportivamente el club, que ha elevado la deuda a niveles críticos, que tiene problemas de liquidez para el pago de los gastos operativos, que se ve obligado a recurrir a pagarés para las fichas de los jugadores y que cada vez deja más claro que no tiene la más mínima intención de poner la pasta para compensar el agujero que él mismo ha creado. El valencianismo recibió una institución con telarañas en los bolsillos y sin rumbo deportivo ni económico. Eso sí, lo de vender y comprar jugadores y mover la bolita de lado a lado se le ha dado de maravilla.

Efectivamente, la afición merecería un ‘reset’: pulsar un botón (o, como el superhéroe Flash, tirar mano de la Fuerza de la Velocidad), regresar 10 años atrás y no permitir bajo ningún concepto que Peter Lim se acercase a nuestra ciudad. Pero ya es tarde para eso.

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