VALÈNCIA. El 30 de Noviembre el Levante UD terminó por romperse del todo. De eso hace ya dos meses y dos días, tiempo más que de sobra para que el club (que tras cesar a la dirección deportiva de Manolo Salvador no tenía plan alguno), hubiese dado el único paso que se esperaba de ellos: firmar al nuevo director/a deportivo.
Dos meses después, sigue sin haber un plan, un proyecto, un equipo de trabajo y un futuro esperanzador ni tan sólo en una hipotética segunda división. El club no quiere ni oír hablar de un descenso, pero el no querer hacerlo es una irresponsabilidad enorme que puede llevar al Levante a una oscuridad de la que salió gracias a la gestión de Quico Catalán y a la que no debería volver.
¿El estadio? Muy bonito y queda lo mejor. ¿La ciudad deportiva de Nazaret? Cuando se termine, necesaria y un salto de calidad más que necesario. ¿Pero de que sirve todo eso si el equipo navega sin rumbo en la categoría de plata?
Llegan tarde, muy tarde. Los escenarios de trabajo tanto en primera como en segunda ya deberían de estar perfilados, y ya se debería de llevar trabajando en ellos desde la salida de Pereira. Pero de momento nada de nada. Estamos a un mes de las fallas y todavía no se ha movido un dedo.
Una posible victoria frente al Getafe no cambia ni media coma de lo expuesto. Aunque se gane, el equipo seguirá siendo colista, y seguirá sin proyecto y sin plan, y eso no hay examen a final de temporada que lo salve.
Todo esta temporada se ha hecho mal. En verano nos salió ni un solo jugador de los que tenían que haber salido (tampoco en enero), se destituyó a Paco López para traer a un entrenador sin experiencia que tardó 10 días en llegar, al que además cesaron el mes y medio para poner al frente del primer equipo al entrenador del filial, también sin experiencia en primera división (aunque bastante le ha cambiado la cara al rendimiento de sus futbolistas), y todo ello haciendo saltar por los aires a una dirección deportiva para la que no había plan B. Claro que sin el plan A, pensar en el B es una utopía.
Hay que despertar y hay que hacerlo ya. Llegan dos meses tarde, los mismos que lleva el club navegando a la deriva. Lo vemos todos menos quienes deberían de verlo, y por desgracia eso es lo más preocupante.