VALÈNCIA. El Levante celebra este domingo 5 de junio el décimo octavo aniversario de su ascenso a Primera División más icónico y que fue logrado en Jerez en 2004 con la dirección en el banquillo de Manolo Preciado, que devolvió a la máxima categoría al equipo valenciano casi cuarenta años después.
Un 1-2 ante el Xerez en Chapín (Jerez de la Frontera), gracias a los goles de Gustavo Reggi y Alberto Rivera de penalti, certificó el segundo ascenso del Levante a Primera División en toda su historia y a falta de dos jornadas para el final de la temporada 2003-04.
Habían pasado treinta y nueve años desde que el Levante había jugado en Primera División y el camino había sido tan largo como tortuoso, con épocas en Tercera y Segunda B y con graves problemas económicos que dejaron al club al borde del abismo en más de una ocasión.
Porque el Levante sólo había militado en la máxima categoría entre 1963 y 1965 y fue Manolo Preciado, fallecido por un infarto en junio de 2012, quien con su carisma y su buen hacer en el banquillo pasaría a la historia del levantinismo con aquel recordado ascenso.
El Levante 2003-04, con futbolistas muy contrastados como el meta Mora, los defensas Alexis o Pinillos, los centrocampistas Tito, Rivera o Jofre y los delanteros Reggi o Aganzo, era el gran favorito al ascenso y tras mantenerse entre los primeros puestos todo el curso selló su billete a Primera con un brillante tramo final.
Cinco victorias y dos empates entre la trigésimo cuarta y la cuadragésimo jornada sirvieron en bandeja el ascenso del Levante, pese a que en Jerez sufrió de lo lindo al adelantarse primero el equipo local con un gol de Canito ya en la segunda parte.
Pero los goles de Reggi y Rivera entre el minuto 60 y el 71 provocaron el delirio de los dos mil seguidores del Levante que viajaron hasta Chapín para celebrar este momento histórico. Otros miles lo celebraron en la playa de la Malvarrosa en València en el barrio del Cabanyal, feudo levantinista desde el origen del Levante en 1909.
La fiesta, sin embargo, no duró mucho. El entonces máximo accionista del club, Pedro Villarroel, decidió no prolongar el contrato de Preciado pese a que la afición había pedido la continuidad del técnico cántabro de forma abrumadora durante los festejos celebrados en València los días posteriores al ascenso.
Villarroel apostó por el alemán Bernd Schuster, que arrancó muy bien la temporada 2004-05 con seis triunfos en las primeras diez jornadas, pero el equipo bajó mucho sus prestaciones a partir de entonces, el técnico teutón fue despedido a falta de cuatro partidos para el final y la llegada de José Luis Oltra no pudo impedir el descenso a Segunda.