VALÈNCIA. Nuevo año y nuevas ilusiones en Orriols. El Levante logró doblegar este sábado al Albacete en una tarde 'de narices'. Es lo que le echó el cuadro de Javi Calleja para, después de diez minutos de absoluta -y preocupante- zozobra, voltear el partido de nuevo tras el empate de los manchegos. Porque el equipo volvió a perderse en el segundo acto, todo un mal endémico que ha costado puntos este curso y que pudo no cambiar demasiado la pasada jornada. No fue así, esta vez. Y gran culpa de ello lo tuvo el banquillo. El 'Plan B' de Calleja. El mismo que cerró 2023 en la lista de mejorables granotas y que ha arrancado enero solucionándole la vida al técnico.
"No terminamos de tener la continuidad en el buen juego que tiene el equipo en las primeras partes, y los que salen desde el banquillo tienen que mirar si están aportando y si pueden hacer más", comentó el propio Calleja en el último partido del año en el Ciutat. Fue ante el Huesca y aquello acabó en victoria... pero con matices. Porque la segunda parte dejó tantas dudas que los oscenses pudieron 'robar' otros tres puntos de casa levantinista, allá donde el equipo había de dar un paso al frente como propósito esencial en 2024. Entonces el preparador madrileño dio un puntapié a sus hombres de refresco en una tarde de poca aportación.
Los Rober Ibáñez, Brugui, Clemente y, sobre todo, Bouldini, no mejoraron al equipo en una cita en la que el rival jugaba con uno menos desde los 26 minutos. Sin embargo, el nuevo año parece haber llegado como un rejuvenecedor para la gente de recambio. Un detalle visible en el marroquí, con quien Calleja ha llevado un trabajo prácticamente individualizado durante las vacaciones navideñas. Han sido tres semanas de recuperación a todos los niveles, especialmente en el plano mental y, concretamente, con el ariete africano. Ha vuelto: primer doblete desde que viste de blaugrana y se mantiene como máximo artiellero del equipo -condición que, pese a su alarmante sequía de cuatro meses, no había perdido-.
No obstante, Bouldini saltó de inicio en un nuevo giro del plan de Calleja, que salió bien tras unos primeros minutos de tanteo. Lo que de verdad cambió fue el ímpetu de los Brugui, Cantero y, por encima de todos, Sergio Lozano. El técnico se guardó la bala del centrocampista valenciano para la segunda entrega y fue diferencial. Su pase previo a la asistencia de Brugui para el tanto del desempate fue mágico y sus 25 minutos sobre el tapete, esclarecedores. El Levante tienen mimbres que explotar para dejar de caer en las segundas partes, algo que no logró completar ante el Albacete pero que, aún así, sí consiguió arreglar. Porque Bouldini apagó el incendio por inmolación en Orriols.
Y la realidad es que también ocurrió en Zaragoza. El 'Plan B' surtió efecto, con un Cantero productivo y un Fabrício que, antes de romperse por segunda vez en la campaña, acompañó con su último servicio. En La Romareda Brugui ya demostró que nunca muere, que siempre está por la causa a pesar del oscuro segundo plano al que ha quedado relegado. Y, mientras la enfermería se vacía y las alternativas aportan, el Levante ha metido la cabeza en el play-off y suma tres triunfos consecutivos como local un año después.