VALÈNCIA. "Tenemos que ganar independientemente de lo que pase en el resto de la jornada". "Lo he hablado con los chicos, en el fútbol pasan cosas extrañas". "Tenemos que hacer nuestro trabajo, porque si luego pasan cosas es para estar tres días días seguidos pegándonos cabezazos contra la pared". Son frases lapidarias de Felipe Miñambres justo antes de coger la maleta y poner rumbo a Elda. El Levante tenía que ganar para perseguir imposibles, para mantener chances de meterse en plazas de 'playoff' de ascenso, y no desaprovechar -una vez más- posibles regalos de rivales directos no tan inusuales en la Segunda División. Dicho y hecho. Ocurrió. En Orriols, hoy, se dan de bruces con la realidad.
Si el Levante hubiese hecho esos deberes que reclamaba Felipe en la previa del encuentro ante el Eldense, hoy estaría a solo dos puntos de la sexta plaza. La victoria del Espanyol este lunes ante el Real Oviedo deja a los carbayones con 61 puntos en la tabla y un final enrevesado de curso: tienen que recibir al Andorra -a quien podrían descender- este fin de semana, y han de viajar a Ipurúa en el último envite de la temporada. Por entonces, lo normal es que el Eibar se juegue el ascenso directo. Además, no solo fue esa derrota del Oviedo en Barcelona, que podría entrar en una cábala previsible, la que hace más sangrante el empate granota del pasado sábado. Los pinchazos de Elche, Burgos, Sporting y Racing de Ferrol -el de los gallegos, en el descuento- agravan lo que pudo ser la pasada jornada para los intereses granotas... y no fue.
En un mundo ideal, el Levante hubiese ganado en Elda. No hubiese decepcionado, hubiese mantenido el buen hacer de primeras partes como ante el Eibar en el Ciutat o en La Cerámica, y hubiese sumado de tres. Con 59 puntos, atrás hubiera quedado el Ferrol (con 58), el Elche y el Sporting (con quienes se tiene el goalaverage particular ganado). Y el conjunto de Miñambres clasificaría hoy séptimo, solo un escalón por detrás del objetivo. Eso, simplemente, ganando en el Nuevo Pepico Amat. Sin necesidad de cambiar el sino de la historia borrando del mapa debacles u oportunidades de recorte tiradas directamente a la basura.
Ni una victoria en aquel encuentro intersemanal contra el Andorra en pleno despertar tras el cese de Javi Calleja, ni aquel infausto tanto de Unzueta en el 89' tras error de Maras contra el Amorebieta, ni si la pelota hubiese querido entrar en Santander, ni tampoco si solo una de las dudosas decisiones de VAR que han herido al Levante esta campaña hubiese caído de otro lado. No harían falta más puntos, solo los de Elda, para al menos afrontar la cita de este domingo ante el Alcorcón como una final.
Sin embargo, la realidad será mucho más cruda en Orriols dentro de unos días. A falta de seis puntos por disputar, la sexta plaza del Oviedo está a cuatro y la quinta, ya inalcanzable con el Racing de Santander a distancia de siete. Las opciones de asaltar esos puestos son remotas, máxime atendiendo a la imagen del equipo cuando pudo rescatar la ultimísima bala en Alicante. Enfrente estará un Alcorcón que se la juega. Los madrileños deben ganar las dos citas que le quedan, ante Levante y Burgos -ambos con pocas posibilidades de 'playoff'- si quieren optar a la permanencia.
En Santo Domingo también se ennegrece el futuro, porque además de sus puntos, necesitan que el Zaragoza solo sume uno de seis y el Eldense, ninguno. Tampoco podrían ganar más partidos el Huesca ni el Mirandés, y los de Mehdi Nafti deberían hacer más puntos que el Amorebieta. Demasiado que hilar para acabar salvándose. Prácticamente lo mismo que debería encontrar el Levante para llegar a la última jornada con opciones de épica: que el Oviedo no gane al Andorra y hacer los deberes que dependen de uno mismo, tarea que, visto lo visto, se complica en Orriols cada vez que hay opción de remontar.
Y, más tarde, que pierda el Racing de Ferrol, el Sporting, el Elche... Para darse cabezazos contra un muro de Sant Vicent de Paül.