VALÈNCIA. Hasta 2003 nadie en este planeta había sido capaz de correr un maratón en menos de dos horas y cinco minutos. Ni Carlos Lopes, ni Ronaldo da Costa, ni el marroquí Khannouchi. Mucho menos, Alberto Salazar, Derek Clayton o Abebe Bikila. Tuvieron que llegar los reyes de la pista para traspasar esa frontera. Primero, en 2003, Paul Tergat (2h04:55) y después, cuatro años después, Haile Gebrselassie. El domingo, en València, ya en 2024, diez atletas corrieron en menos de dos horas y cinco minutos. Ahora es al revés, muchos de ellos fueron atletas vulgares en la pista que ahora arrasan sobre el asfalto. Son los nuevos tiempos.
Uno de ellos, Sabastian Sawe, no quiso debutar en el maratón hasta estar bien seguro. Antes corrió ocho medios maratones. Casi todos en 58 minutos. El keniano quiso que su estreno fuera, a los 29 años, en València, precisamente el único lugar en el mundo donde no había ganado en medio maratón. Lo demás, todo eran victorias. Pero en los 42,195 km fue justo al revés. El vigente campeón del mundo de medio maratón calibró sus fuerzas con astucia y así fue como convirtió al Maratón de Valencia en el más rápido del año. Tras él, entró Deresa Geleta, un etíope que ha completado un año casi redondo: campeón en Sevilla, quinto en los Juegos Olímpicos y el mejor segundo clasificado de la historia del maratón. Nunca antes un corredor cruzó la meta en 2h02:38 y no fue el ganador.
Sawe parece estar unido a València por un hilo invisible. La primera vez que iba a salir de África en su vida era para venir a correr la 15K Nocturna de 2021. Pero se lesionó y pospuso su primer viaje para disputar otra carrera en Valencia, el 10K Ibercaja, en enero de 2022. Pero entonces cogió el covid. José Enrique Acuña, un valenciano que se dedica a la contratación de atletas, no quiso desaprovechar el visado y decidió contratarlo para el Maratón de Sevilla, unos días después, y Sawe viajó al fin. La idea de la organización era que hiciera de liebre. Nada más. Pero la valenciana Mónica Pont, que está en su equipo de representación, insistía en que le dieran una oportunidad. El keniano era un desconocido, un hombre con marcas irrelevantes que incluso le pidió dinero a Acuña antes de la carrera para `poder lavar su ropa. Al final acordaron que hiciera su trabajo marcando el ritmo y que luego, si seguía con fuerzas, que siguiera en la carrera. Sawe hizo un poco lo que quiso, pasó el kilómetro 10 en 27:38 y se llevó el triunfo en 59:02, la mejor marca de siempre en esta carrera.
Sawe y Geleta fueron de los pocos que no chocaron contra el mundo en una mañana aparentemente plácida. La luz deslumbrante incitaba a pensar en una mañana idílica en lo meteorológico. Y no lo fue. Cuando sonó el disparo, la humedad era altísima, del 92%. Y luego, a medida que fue avanzando la mañana, la temperatura subió y la humedad se mantuvo en un 88%. Estas condiciones, unidas al paso de los kilómetros, acabaron por tumbar a muchos corredores. Muchos atletas chocaron contra el muro, que parecía menos muro desde que llegaron a los maratones las bebidas mágicas y el carbono. Daniel Mateiko, Megertu Alemu, Ibrahim Chakir, Carlos Mayo o Majida Maayouf tuvieron que aflojar en el tramo final porque se desmoronaban. Los populares, que corren más tarde y más tiempo, también lo acusaron y la cifra, por ejemplo, de atletas por debajo de las tres horas ha bajado en casi doscientos corredores.
Al acabar la carrera, en la meta, detecté cierto desánimo entre los organizadores. Creo que las ganas de Juan Roig de traer un récord del mundo a València empiezan a notarse en las espaldas de los que dirigen esta carrera. Y era un día para brindar. El Maratón de València cerrará el año como el más rápido del mundo. Esto era una quimera hace cinco años. Toni Lastra se caería de espaldas si viera que el ganador de su carrera del alma cruzaba la meta en dos horas y dos minutos. Es la misma meta, simbólicamente, en la que ganó Andrés Micó en 2009 con un tiempo de 2h26:57. Con esa marca, el valenciano este año hubiera entrado en el puesto decimonoveno… de la prueba femenina.
La marca de Sawe, además de colocar al keniano como el quinto hombre más rápido de todos los tiempos, nos empuja a pensar inevitablemente en Kelvin Kiptum. El difunto plusmarquista mundial debutó en València solo 12 segundos más rápido que Sawe. Con años por delante, ¿por qué no pensar que el ganador del Maratón de Valencia puede ser el primer hombre de la historia en bajar de las dos horas? Mucha presión, pero el atletismo siempre ha sido así.
Aunque también es muy posible que el definitivo salto a la fama de Sawe -otro que, como el mejor debutante, también corre en negativo, con una segunda mitad de carrera más rápida (60:47) que la primera (61:18)- se produzca lejos de València, como también ocurrió con Kiptum. Aquí, mientras tanto, seguirán buscando algún otro debutante con el que saltar la banca. Seguro que Yomif Kejelcha es un de sus objetivos, pero también saldrán nuevos nombres. Es la marca de la casa.
El muro no solo los sufren los corredores. La organización puede estar muy satisfecha de haber sacado adelante el maratón en un entorno muy complejo y sensible, y haberlo hecho con rotundidad y delicadeza. No era fácil dar este paso al frente y Juan Botella lideró a todo el equipo con determinación y el convencimiento de que estaba haciendo lo correcto. Es el papel de los líderes.
Juan Roig ya lleva muchos años visitando la salida y la meta del maratón. Habla y escucha a los entendidos. El mecenas sabe que la forma de aprender de algo que no dominas, es atender a los expertos. Pero su alma de triunfador le puede y, al escuchar que el récord del mundo ahora mismo era algo improbable, por no decir imposible, fue, no hace mucho, generoso y cargado de buena intención, hacia un miembro de la organización y le dijo: “Si hace falta más azúcar…”.