VALÈNCIA. Las palabras del capitán Pepelu nada más concluir el naufragio en Balaídos fueron directas y elocuentes: "Es algo que no nos puede pasar dos semanas seguidas. Después del gol no podemos conceder tanto; tenemos que mejorar y saber competir".
El Valencia CF bajó lo brazos en la parte final de la temporada anterior ante la autocomplacencia que emanaba desde la cúpula de mando del club de que con los 40 puntos ya estaba el objetivo cubierto.
Desde entonces no se ha vuelto a ver el equipo fuerte e intenso que sorprendió a todos la temporada anterior. No se vio al final de la pasada campaña, no se ha visto en la pretemporada y tan sólo asomó en algunos tramos de la primera mitad ante el FC Barcelona. El equipo lleva una cifra de goles sangrante en contra: 5 en los primeros 180 minutos de competición (con un penalti errado por el rival".
El concepto en el que más incidía Baraja el verano pasado, el de competir, se ha diluido entre diversos factores.
Primero que en el club hay instalada una autocomplacencia que conduce a una estructura inexiste capaz de tener una figura más allá del entrenador que pueda apretar al vestuario. A la presidenta Lay Hoon ni se le pasa por la cabeza, Voro (Team Manager) está desaparecido, Corona se sabe seguro en el cargo siendo el portavoz oficioso del club, y Javier Solís proclamó a los cuatro vientos su satisfacción por las gestiones del club en el mercado de este verano: "Si a principio de verano hubiéramos pensado que en esta fecha íbamos a poder contar con el portero esta temporada, íbamos haber hecho tres movimientos y no haber sacado a ningún jugador... el mercado es positivo pese a nuestras dificultades".
Ello ha conducido a una plantilla en la que las caras son básicamente las mismas, y mantener la tensión competitiva entre los futbolistas de esa manera es muy complicado. Si además unimos la falta de profundidad en el banquillo, hace la competencia sea casi inexistente ante la falta de alternativas. Cuando el once se sabe de memoria por falta de banquillo, en lugar de por rendimiento existen muchas posibilidades de crear una peligrosa zona de confort.
El aviso del entrenador tras la debacle en Vigo apuntó en esa misma dirección: "si no somos solidarios y vamos al ritmo que demanda la competición tendremos problemas. Tenemos que resetear y mejorar. Rectificar y ser más sólidos. Defender mejor para no tener la sensación que hemos tenido hoy".
En la parte estrictamente deportiva, hay futbolistas que están lejos del nivel de la temporada pasada. Pepelu o Mosquera están muy por debajo del rendimiento del año pasado, mientras que otros no aportan el fútbol que se les presupone como Thierry, Jesús Vázquez o Almeida.
Tampoco Baraja escapa de este bajo momento. La solución de colocar a Rafa Mir en la derecha está aportando poco en ataque y nada en defensa. Con la llegada de Luís Rioja, ya es posible que se pueda ver a Diego López derecha. En ese sentido la pregunta que surge es si Baraja debe comenzar a cambiar futbolistas y dibujo (poco probable viendo su libreto el tiempo que lleva en el banquillo de Mestalla) o si debe rearmar el equipo insistiendo en la idea que le ha servido para salvar las dos últimas campañas.
San Mamés volverá a ser una prueba de fuego para un equipo que ha olvidado competir y que de momento no ha sumado ningún punto en su casillero de los seis que ya se llevan disputados.