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Jérôme champagne, candidato a la fifa

“Me echaron de la FIFA por defender los intereses del fútbol”

6/11/2015 - 

VALENCIA. Fiel a sus ideas y principios, Jérôme Champagne se fue de la FIFA en el 2010 tras ser su número dos durante 11 años. Apoyado por el mismísimo Pelé, ha anunciado su candidatura oficial la semana pasada. Se necesitan cinco cartas de federaciones para presentarse a las elecciones de la FIFA. Jérôme Champagne tiene nueve, pero no desvela cuáles son para “protegerlas de presiones y represalias”. Ha llegado la hora de la verdad, de plasmar años de lucha independiente por un fútbol más justo y transparente.

Tras un primer intento fallido, debido a presiones sobre las federaciones, usted dispone de las cartas necesarias para presentarse a la presidencia de la FIFA. ¿Qué le motivó para volver a presentarse?
La globalización le ha dado mucho al fútbol pero, al igual que en el resto de la sociedad, ha destrozado a la clase media para que los ricos lo sean cada vez más. Mi objetivo principal es acabar con la desigualdad en el fútbol. Mientras los 20 equipos más ricos facturan un total de 6.200 millones de euros anuales, más de 100 federaciones sobreviven con menos de dos millones de dólares al año; por ejemplo, el equipo nacional de Papúa Nueva Guinea solo juega dos partidos al año porque no puede costearse los billetes de avión. En Europa celebraremos en los próximos días el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín, pero ¿cómo era antes el fútbol? El Steaua de Bucarest ganó la Copa de Europa en 1986, el Estrella Roja en 1991, el Ajax en 1995… Hoy es imposible porque los equipos de clase media se resignan a vender a sus estrellas y reducir sus ambiciones deportivas. ¿Qué habría sido del Saint-Etienne si no hubiera tenido que vender a Matuidi al PSG, a Aubameyang al Borussia Dortmund o a Zouma al Chelsea? Incluso encontramos el mal reparto del dinero entre los más poderosos: la UEFA acaba de comunicar que la Juventus tuvo un 46% más de ingresos en Champions que el Barça, vencedor de la final… Por eso me presento, para que lo que pase sobre el césped no se vea influido por decisiones de despachos, y para que la FIFA asuma sus responsabilidades.

Algunos dudan de usted por haber sido número dos de la FIFA durante 11 años bajo el mandato de Blatter…
Estoy muy orgulloso de mis once años en la FIFA. Si hoy un equipo de regional francesa como los Ulis, que formó a jugadores como Henry, Evra o Martial, va a percibir 600.000 euros por el traspaso de éste último del Mónaco al Manchester, es porque negocié en el año 2000 con la Comisión Europea la creación de un mecanismo de redistribución del 5% de los traspasos de jugadores a los equipos que los formaron entre los 12 y 21 años. También conseguí que la Cámara de Resolución de Litigios de la FIFA permitiera defenderse a los jugadores y clubes: antes del 2003, cuando un jugador africano se marchaba a jugar a Vietnam y era víctima de impagos, le cogían su pasaporte y lo metían en un avión. De los 2.000 litigios que hay en el mundo, 400 son resueltos por esa cámara. Otra cosa que me enorgullece es la de haber contribuido a llevar la Copa del Mundo a Sudáfrica. A mí me echaron de la FIFA por defender los intereses del fútbol, cómo por ejemplo la especificidad del deporte y la identidad de los clubes, cosa que no gustaba nada a la FIFA. Bin Hammam me atacó porque no toleraba su injerencia en las federaciones para colocar a amigos suyos. También fue a por mí porque defendí la medida del 6 + 5 , que obligaba a los clubes a alinear un mínimo de 6 jugadores nacionales. Molestaba y me fui. Para mí esos 11 años no son un hándicap sino una gran ventaja, porque sé lo que hay que cambiar en la FIFA.

Se rumorea que su finiquito rondaba los tres millones de euros… 
La cantidad no es esa, aunque no está muy alejada y entiendo que pueda chocar. No lo niego, pues yo tenía un contrato indefinido y me echaron de la FIFA por motivos políticos. Defendí mis intereses porque fui despedido sin ningún motivo válido, y la gente que estaba ahí dentro lo sabe muy bien. Además, mi indemnización es totalmente legal, y la cláusula de confidencialidad no me impidió denunciar los problemas de la FIFA y hacer mis propuestas de reforma durante los últimos cuatro años. Durante tres años, he predicado en el desierto acerca de la desigualdad y el mal funcionamiento del Comité Ejecutivo, al que hay que retirarle competencias comerciales.


“El problema central del fútbol es la desigualdad”

Volviendo a la distribución del dinero: ¿Cree que la prohibición de los fondos de inversión por la FIFA es la solución?

Un ser humano no puede repartirse en porcentajes. Hay que preservar el fuerte vínculo entre club y jugador. Hay dos tipos de fondos: los “buenos”, que invierten en un equipo o centro de formación como en una startup y necesitan una regulación; los “malos” son los que manipulan los clubes a través de varias empresas para colocar a jugadores y buscar el jackpot como en Las Vegas. Hoy los fondos de inversión están prohibidos, pero las maneras de sortear la ley ya existen.

Pero los fondos de inversión han sido, al menos a corto plazo, la salvación de varios clubes…
Estamos confundiendo consecuencias y causas de los problemas. Los fondos de inversión son la consecuencia de la falta de dinero en el fútbol y de la desigualdad en el reparto de este dinero. El problema central del fútbol es la desigualdad. Hay que encontrar soluciones para que se invierta en el fútbol, por ejemplo como en las startups con el capital semilla. Si soy elegido, una de mis primeras medidas será crear un Convenio Laboral Mundial aplicado al fútbol sentando alrededor de una mesa a sus actores: jugadores, clubes, ligas, FIFPRO… Hay que tratar con inteligencia los problemas de protección de los jóvenes, los impagos o la identidad de los clubes.

La FIFPRO sugirió eliminar los traspasos: ¿No supondría la muerte de algunos clubes?
Hay varias corrientes sobre este tema en la FIFPRO. Las estadísticas muestran que el 41% de los fichajes del verano pasado fueron jugadores que acababan contrato. Solo una minoría de traspasos se cierran por cantidades exageradamente elevadas, mientras un 99% de los traspasos no superan los 4 millones de euros. Una medida no soluciona todos los problemas. El mundo capitalista requiere por parte de la FIFA un mayor conocimiento de los mecanismos, un análisis más fino para encontrar las medidas adecuadas.

Pero hoy en día los fondos actúan de un modo muy similar a los agentes. ¿No bastaría con obligarles a identificar a sus accionistas mayoritarios?
El gran problema es la trazabilidad del dinero. Mi intención es crear una cámara de compensación vinculada al sistema Transfer Machine System de la FIFA. Se trataría de obligar al club comprador a comunicar la cantidad del traspaso, junto con la identidad de los destinatarios de dicho dinero; eso permitirá apartar inmediatamente las cantidades relativas a derechos de formación y demás mecanismos de solidaridad, ya que muchos equipos sudamericanos y africanos no tienen capacidad económica para pagar a un abogado suizo y reclamar dichos derechos de formación en el TAS. También procederemos a crear un fondo de solidaridad para jugadores.

¿Deberían replantearse las celebraciones de los Mundiales de Rusia y Qatar?
Siendo realistas, el Mundial de Rusia debe celebrarse por varios motivos. Primero, porque no veo nada sospechoso: era lógico que ganara la candidatura de Europa del Este, ya que tanto España como Inglaterra ya organizaron un Mundial. Además, la federación rusa se integró a la FIFA en 1912; el fútbol soviético, posteriormente ruso, aportó mucho a la historia del fútbol… Innovaciones tácticas, el juego vertical de Blockhin, los legendarios jugadores del Dinamo Tbilisi… En cuanto al Mundial de Qatar, me parece fantástico que llevemos una cita así en un país árabe, con este contexto de división del Mundo. España es un país con vínculos muy fuertes con Marruecos, y sabe muy bien que el primer país africano en haber presentado una candidatura, en 1988 para la cita de 1994. Sobre la atribución de dicho Mundial, esperemos el resultado de las investigaciones, y apliquemos por ahora la presunción de inocencia, como debe ser en cualquier democracia.

¿Y los Derechos Humanos? ¿Y las muertes en la construcción de estadios?
Un mundial significa renovar y construir estadios. En Brasil murieron siete obreros, toda una tragedia. Desgraciadamente, los accidentes son frecuentes en obras de esa magnitud. En Qatar existe un sistema de explotación de la pobreza a través de la contratación de trabajadores procedentes de Nepal, India y hasta de Corea de Norte. La FIFA ha exigido que el país haga reformas; el gobierno qatarí anunció medidas la semana pasada, consideradas como insuficientes por los expertos, pero yo por ahora solo soy candidato y no tengo acceso a los datos. Evidentemente, un Mundial es una fiesta y no puede haber felicidad en estadios construidos sobre la pobreza.

¿Habrá debate entre candidatos?
Es mi intención. Aunque los presidentes de federaciones conocen los programas de cada candidato, éstas elecciones deben ser la plataforma de la transparencia y de la credibilidad recuperada. Propuse una serie de tres debates entre diciembre del 2015 y febrero del 2016. Sueño con un sistema en el que los amantes del fútbol puedan enviar sus preguntas a un moderador. Sé que los amantes del fútbol no votan, pero es importante volver a crear ese vínculo. El fútbol es el deporte del pueblo. Entiendo que la gente desconfíe o sea escéptica, pero voy a emplearme a fondo para que se vuelva a confiar en la FIFA.

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