Debe ser García-Pitarch el que solucione el problema entre la prensa y el club, o por lo menos intentarlo, porque hacerlo opaco no es la solución. Y debe ser él quien se ponga enfrente de todos, a pecho descubierto, para defender con uñas y dientes el escudo...
VALENCIA. El lunes, el Depor le metía cinco a la Real. Y a cada gol de los gallegos, la Valencia blanquinegra sudaba al imaginar la clasificación. Porque ese resultado, ajustaba más la lucha por el descenso, metiendo al Valencia en esa pomada. Y, a poco que la lógica se imponga, si no cenamos con la familia en Navidad en puestos de descenso, poco faltará. Servidor sigue confiando en Prandelli y en su saber hacer, en los contactos de Antonelli con los clubes italianos y en que se reduzca la fuga de puntos con algún refuerzo, mínimo uno o dos por línea. Y quiero pensar que el despropósito de alinear a Cartabia es una señal y aviso a navegantes. Es lo que hay y, con esto se hace lo que se hace. Y una invitación a señalar al sastre de la plantilla. Es la hora de García-Pitarch.
Y no les hablo del mercado de enero. Que también. Les hablo de la cuestión general del club. Les hablo del orgullo, de la identidad de pueblo que se está diluyendo como el hielo de las copas en cualquier barra. Este equipo tiene una alarmante falta de identidad, con capitanes que en verano pedían marcharse del club, con todo el derecho de mundo, ojo. Este equipo es incapaz de mantener la fuerza mística que se le otorga a Mestalla, otrora fortín inexpugnable y hoy supermercado de puntos, donde cada uno coge lo que quiere, de uno en uno o de tres en tres. Y eso, vista la ausencia por incompetencia y desconocimiento futbolístico de dos de los directivos singapurenses, Chan y Koh, debe recaer en el otro directivo top, que no es otro de García-Pitarch.
Debe ser García-Pitarch el que baje al vestuario y pegue una patada en la puerta. Debe ser él quien exija a Nani, a Mina y a todos los demás la profesionalidad requerida para jugar en la élite y en un equipo como el Valencia. Debe ser García-Pitarch el que solucione el problema entre la prensa y el club, o por lo menos intentarlo, porque hacerlo opaco no es la solución. Y debe ser él quien se ponga enfrente de todos, a pecho descubierto, para defender con uñas y dientes el escudo, lo que significa para muchos y lo que le ha hecho ser para él desde aquellas galopadas con el Gandia.
Y sí no puede porque la gestión de Meriton no lo permite porque en el club existe una cultura de empresa en la que no se reprocha al jefe, sí lo único que le importa a Jesús Vicente es el jornal y solo puede ver hundirse a su equipo por no rebelarse ante la nula capacidad de Meriton -no dudo del valencianismo militante, aunque quizá me equivoque-, sí no es capaz de bajar al vestuario a pegar patadas de exigencia porque no puede mirar a la cara a Alves, Ryan, Parejo o Enzo por lo que hizo y dijo el último verano, debe ponerse enfrente del micrófono de la sala de prensa de Paterna, o de Mestalla, y decir lo que hay, que no se puede, que no dejan y que el club es una entidad menor en el orden de preferencias de Peter Lim y que viene a hacer negocio, como buen hombre de ídem que es. Y marcharse con la cabeza bien alta y la profesionalidad menos ajada que si continúa sin hacer nada. Y poder salir a la calle, a comer con sus hijos al Canalla Bistró sin que el murmullo adorne sus pasos a la mesa.
Y entonces la última bala deportiva que nos quedará será Prandelli y la palabra que le dio el propietario cuando lo fichó, que habría fichajes en enero, respetando el fiar-play. Y si el fichaje es Vinicius, jugador al que los números hablan por él, el bueno de Cesare tendrá todo el derecho del mundo de decirnos arrivederci. Y nos tendremos que preocupar. Y nos tocará recordar que, aunque el dueño sea Lim, los custodios del sentimiento somos usted, yo y los antepasados que nos metieron este bendito veneno que es el Valencia CF. Y tocará salir a la calle, hacer pancartas, ir al campo a animar al equipo pero, sobre todo, a exigirle. Y si el resultado no es bueno, pitos hasta reventar la megafonía de Mestalla. Y movimientos en las redes y en las calles. Pacíficos, claro, pero movimientos.
Pero no olviden una cosa. Si todo esto sucede, no hay que dejarse alienar por Zorios, Roigs, Soleres o Sorianos. Hay que aprender de los errores, porque si no, no sirve de nada vivirlos.
García-Pitarch, es tu hora. Como decía Elvis, it's now or never.