VALÈNCIA. Comenzamos hoy en Plaza Deportiva una nueva sección dedicada a difundir hechos relacionados con la centenaria historia del Valencia CF. El club de Mestalla ha ofrecido en su historia multitud de sucedidos dignos de ser recordados. Unos más trascendentes, alegres o anecdóticos; otros más tristes o dramáticos. Todos son infinitas piezas que componen el inmenso puzle que conforma la entidad de Mestalla. Todas ellas son historias del murciélago.
Dado que acabamos de dejar atrás el centenario del estadio de Mestalla y que éste ha sido total y absolutamente ignorado por sus actuales propietarios, aquí va una pequeña y humilde contribución a uno de los momentos más emblemáticos de la historia del estadio blanquinegro, el momento en que se instaló y estrenó la luz artificial en el coliseo de la Avenida de Suecia.
Mestalla fue el segundo estadio en toda España en inaugurar su luz artificial por detrás del Santiago Bernabeu. Hasta aquel entonces, el hecho de no tener luz artificial en el estadio condicionaba de manera absoluta los horarios de los encuentros a disputar en Mestalla (a las 3 de la tarde en invierno y a las 6 en verano).
A finales de la década de los 50 la amistad entre en entonces presidente del club, Luís Casanova, y un vecino suyo Julio Aviñó Subirá acabó desembocando en los trabajos para la instalación de la luz artificial en Mestalla ante la insistencia de este último. Aviño, ex aviador republicano, cursó además estudios de electrónica e insistió en multitud de ocasiones a Luís Casanova para acometer los trabajos encaminados a dotar Mestalla de luz artificial.
Tal fue la insistencia que Casanova se decidió pese a no verlo del todo claro en un principio, entre otras cosas por el coste: 9 millones de pesetas. Para aquel entonces un auténtico dineral aunque llegado a pagar en 7 años y en cómodos plazos como resultante de una innovadora idea. El Valencia le abonaría a la compañía instaladora el diferencial existente en la recaudación entre un partido de la temporada rival disputado con luz natural y el partido ante el mismo contendiente disputado con la luz artificial.
Para la inauguración de la luz en Mestalla, Vicente Iborra era quien figuraba en la presidencia tras la dimisión de Luis Casanova. Fue el 17 de marzo de 1959 y el rival fue el entonces prestigioso (dos veces finalista de la Copa de Europa) Stade de Reims.
La anécdota cuenta que las torretas se encendieron con algo de retraso sobre el horario anunciado para provocar la inquietud en los aficionados. Éxito total. El ambiente de asombro en la grada cuando los focos comenzaron a funcionar fue total.
El partido ante los franceses acabó con victoria valencianista por 2-1, aunque el honor de anotar primer el gol con luz artificial le correspondió al galo Vincent. El primer gol valencianista con luz artificial fue obra del brasileño Joel y otra diana de Egea le dio la vuelta al partido.
Pese a la reticencia de algunos equipos europeos a jugar bajo los focos, bastaba un entrenamiento para convencerles de la calidad de la iluminación del coliseo de la Avenida de Suecia.
La calidad de las instalaciones se resume en que se pueden contar con los dedos de una mano los apagones desde que la luz llegara a Mestalla a finales de los 50. Por cierto que en el verano de 1971 el club procedió a mejorar la iluminación. La llegada de la televisión obligó a otra revisión de la potencia lumínica del estadio.
Para el mundial fue necesaria otra remodelación dejando las torres existentes, pero añadiendo focos de manera longitudinal (unos 40) en lo alto de lo que ahora es la grada de la Mar (llamada antiguamente “General de las banderas” porque eran localidades de pie y sobre ellas se disponían las habituales banderas de los equipos de primera para mostrar la clasificación en liga) y en la cubierta de la tribuna.
Con la reforma de 1996 llegó la disposición definitiva de las luces que se conserva en la actualidad.