VALÈNCIA. Si decimos Juan Escarré, hablamos de una auténtica leyenda del hockey valenciano y del hockey español. Más de 250 partidos internacionales vistiendo la elástica nacional, le hacen figurar como uno de los grandes iconos de nuestro deporte. Santo y seña del Club Atlético San Vicente, Escarré acumula un envidiable palmarés, en el cual destacan el campeonato de Europa conseguido en Leipzig en 2005, el Champions Trophy de Lahore de 2004, el Champions Challenge en Sudáfrica 2003 o, también en ese mismo 2003, la plata lograda en el torneo continental jugado en Barcelona, entre otros. Pero si algo destaca en su brillante hoja de servicios como jugador, por su importancia y repercusión, es la medalla de plata olímpica que se colgaba con la selección española en la cita disputada en Atlanta en el año 1996. Una participación en el mayor evento deportivo del mundo, de la que pudo ser partícipe posteriormente en otras dos ocasiones; en Sydney 2000 y en Atenas 2004.
Veinte años después, pero ahora desde otra perspectiva, el alicantino repite presencia, formando parte ahora, como entrenador asistente, del cuerpo técnico del equipo nacional encabezado por Max Caldas.
Un enfoque diferente que le hace sentir, en la vuelta a un escenario de esta índole "que los Juegos Olímpicos son la competición más exigente y bonita que existe". Un rol diferente, ahora más alejado del terreno de juego, donde pretende "ayudar lo mayormente posible al equipo en lo que pueda". Una cuarta experiencia, la cual reconoce "no creía que volviera a suceder".
Pero como todo buen debut en una competición de esta índole, en la mayoría de las ocasiones, lleva implícito una buena carga de nervios y tensión. Una situación que, como jugador, tuvo la fortuna de sentir "al coincidir con grandes generaciones de jugadores". Sin embargo, una circunstancia positiva para paliarlos era "el mirar alrededor, verlos a ellos y poder pensar que todo iba a salir bien". Situación diferente a la llevada en esta ocasión, donde frente a Gran Bretaña, en el partido donde España abría la competición, se centraba más en el que "el plan de partido salga bien, que los chicos lo hagan bien y ayudar lo máximo posible a que así sea".
Un grupo que se concentra, estas dos semanas, en una Villa Olímpica ubicada entre Saint-Denis, la isla de Saint-Denis y Saint-Ouen. Una pequeña ciudad a la que no ve muchas diferencias con las que él pudo habitar tiempo atrás. "Las villas en las que yo he estado son similares a esta. Un gran comedor, todos los edificios decorados y la multitud de deportistas y banderas de todos los países presentes".
Pese a pasar horas en ella, pernocta fuera de la misma. Algo que le hace "vivir la jornada de forma algo diferente", en un día a día donde "me levanto temprano, me llevan a la Villa y estoy con el equipo durante todo el día. Si hay entrenamiento o partido es lo que cambia nuestras rutinas. Y al final del día vuelvo a la casa donde estamos alojados a descansar".
Una larga estancia en París y previamente en varios stages en diferentes puntos geográficos, que pese a ello, no le hace olvidar sus orígenes, los cuales, le llevaron a realizar una prolífera carrera y ahora a estar presente en unos nuevos Juegos Olímpicos.
Así, con orgullo, lleva muy presente sus raíces sanvicenteras, un lugar del que piensa que "no existe sitio mejor". Y es que para Juan Escarré "el Club Atlético Sant Vicent ha sido mi club siempre. Allí me he formado y he crecido como jugador y de la misma forma como técnico", del que piensa "que ha sido muy importante en mi carrera deportiva, tanto como jugador y de igual manera como técnico".