VALÈNCIA. Kike García ya no es opción para el Levante. Osasuna ha oficializado este martes la contratación del delantero conquense hasta 2024 y con una cláusula de 15 millones de euros, haciendo valer el asterisco de su contrato con el Eibar que le liberaba en caso de descenso. Era esa precisamente la gran baza del club granota para apunar al ariete de 31 años en su agenda: su situación y la inminente pérdida de categoría de los vascos hacían a Kike García cuadrar absolutamente con la economía de guerra levantinista de cara a la próxima ventana de fichajes.
Eso, unido al deseo de sacar a Sergio León, con la relajación en el coste de plantilla que ello supondrá, ponían al ya atacante rojillo en las quinielas para poder recalar en Orriols. Sin embargo, la tarea iba a ser complicada. Había competencia. Lo duro no iba a ser sacarle del Eibar precisamente por la cláusula liberatoria, sino que también pujaban por él otros clubes como Alavés y el propio Osasuna de Braulio Vázquez, que ha terminado llevándose el gato al agua. Los navarros, además, adoptarán este verano una posición de fuerza: no venderán futbolistas sin claúsula de por medio y se hacen fuertes en el mercado. Una situación que dista de la del Levante, con el imperativo de venta de 16,5 kilos y con aquello de agarrarse a las cláusulas o a precios altos por comprobar.
El Levante, antes que nada, tendrá que acelerar en el capítulo de bajas. No solo en lo que atañe a la delantera -con el caso del cordobés como exponente- sino también en los futbolistas que han brillado o que pueden tener mercado. El frente de ataque granota requiere de otro retoque más después del ya realizado con la incorporación de Dani Gómez el verano pasado y la solución no puede ser solo la de Cantero, un futbolista de 19 años recién incorporado a la Primera División. Aunque, eso sí, el canterano tendrá protagonismo, al menos, en pretemporada como opción de restar en la primera plantilla.