VALÈNCIA. José Bordalás reconoció tras el partido del Camp Nou que su equipo llegó muy exigido al tramo final del partido frente al Barça: "Hemos tenido problemas y golpes durante el partido. Guedes tuvo un golpe muy fuerte en el recto y no podía continuar. Foulquier ha hecho un esfuerzo muy grande y teníamos a Soler y Gayà saliendo de lesiones. Hemos llegado justos al tramo final".
El Valencia CF se mantuvo en el partido hasta que le duró la gasolina, un episodio que no es nuevo y que se reproduce cada vez que la plantilla afronta un partido de mucha exigencia ante plantillas de superior categoría (ya le ocurrió ante el Real Madrid) o con partidos sin resultado definido en el tramo final en el que el equipo lleva el peso (como ya le pasó frente al Cádiz). Sólo dos respuestas del equipo se salen de este comportamiento para convertirse en la excepción que confirma estos problemas: ante el Granada el equipo empató en el tramo final y ante el Athletic también se rescató un punto sobre la bocina.
El hecho de que la plantilla esté muy limitada en la calidad de sus efectivos fuera de lo que supondría el once inicial, obliga a Bordalás a cargar de minutos a determinados futbolistas que suponen el esqueleto principal de la plantilla. De hecho, y aunque el entrenador tiene la obligación de manifestar lo contrario, los pocos minutos que ofrece a los relevos de sus jugadores más utilizados es un claro mensaje en dirección a expresar que lo que hay en el banquillo no suele mejorar aquello que plantea desde el inicio.
Si uno comprueba la relación de minutos que acumulan los futbolistas que compondrían el teórico 11 inicial de Bordalás y le suma los recambios más habituales (Foulquier, Lato o Cheryshev) comprobará que hay una horquilla en este grupo que va desde los 810 minutos de Gabriel y los más de 700 de Wass y Guedes, a los 422 de Hugo Duro. Fuera de esos futbolistas, sólo Yunus acumula más de 300 minutos (310 concretamente). El resto de jugadores utilizados por el entrenador durante los partidos para resolver bajas o cambiar partidos con resultados desfavorables se mueven en minutajes muy alejados, que van desde los 195 minutos de Marcos André y los 155 de Uros Racic, a cifras residuales como los 58 minutos de Jason, los 36 de Manu Vallejo o los 20 de Helder Costa.
Además, se suceden los casos en los que las molestias físicas apartan a los futbolistas de poder disputar los 90 minutos de cada encuentro. Sin ir más lejos, Lato se perdió el partido del Camp Nou, y durante el mismo tuvieron que irse de manera obligada y por problemas físicos tanto Foulquier como Guedes.
La sensación de un incremento en las cargas de trabajo físico con respecto a las dos últimas temporadas son una evidencia que permitió al equipo comenzar fuerte a nivel de resultados, sin embargo ya se levantaron algunas voces que dudaban de si esto no sería contraproducente a medio/largo plazo. Sobre todo cuando cayeron hasta 4 jugadores en el intervalo de las jornadas 4 y 5 (entre los partidos ante Osasuna y el Real Madrid).
Otro de los quebraderos de cabeza para el cuerpo técnico siguen siendo los números que arroja el balance defensivo del equipo. Un total de 11 goles en 9 jornadas (y sólo tres partidos manteniendo la portería a cero -Getafe, Alavés y Cádiz) son unas cifras alejadas del rendimiento que se propuso mejorar Bordalás desde un inicio cuando se hizo cargo del equipo. Tras el partido ante el Barcelona el entrenador alicantino volvió a recordar la necesidad de incrementar el rendimiento en la zona de atrás: "Hemos encajado demasiados goles, era un objetivo a cumplir a mi llegada. Tenemos que rebajar la cifra". Estas consignas las lleva repitiendo el técnico desde la derrota ante el Sevilla en el Pizjuán.
Precisamente tras aquel encuentro, Bordalás se decidió por el cambio de guardameta sentando a Mamardashvili y dando entrada al neeerladés Cillessen. La de Barcelona, fue de hecho la primera derrota con el veterano cancerbero bajo los palos, quien se mostró decisivo para salvar un punto ante el Athletic y mantuvo a cero la portería ante el Cádiz (si bien también es cierto que con Cillessen bajo los palos el equipo aún no sabe lo que es ganar).
En la obligación de rebajar los goles en contra estribaría una mejoría de puntos de una formación que salvo la igualada de Cádiz ha visto puerta en el resto de encuentros.