VALÈNCIA. Otra coartada que acaba yéndose por el sumidero. Meriton ha ido coleccionando justificaciones en las últimas temporadas para tapar el desapego de su máximo accionista por el club. Casi todas han quedado por el camino pero había una que todavía estaba en el ambiente y quizá era la gran esperanza del club.
El 'clásico' argumento de que la gente está descontenta porque el equipo no gana. La clasificación como motivo único y exclusivo de las manifestaciones multitudinarias que se han ido acumulando en las últimas campañas. Ahora, el Valencia según el responsable de la parcela deportiva, Miguel Ángel Corona, está rindiendo de forma "excepcional" y es una "delicia" ver competir a un equipo que pelea por dar la sorpresa y ser candidato a Europa.
Si el nivel que está desplegando el Valencia de Baraja es superior al que se esperaba y es reconocido por todas las partes -Baraja, Corona, vestuario, prensa y afición-, ¿ahora cuál es el motivo real para que 20.000 personas salgan a la calle a pedirle a Peter Lim que se marche? Porque la excusita de cuando la pelotita entrase en la red iba a bajar el suflé tampoco se sostiene. Ese 'maná' al que se acogía Meriton también ha desaparecido. Habrá que ver el nuevo relato que se intenta vender como una realidad paralela que siempre tiene un denominador constante: cero autocrítica por parte de la propiedad.
La manifestación del pasado sábado es un barómetro suficiente para no mirar hacia otro lado. El ciclo de Peter Lim está finiquitado y su relación con el valencianismo acabada. Es irrevocable. Eso sí, ahora falta lo de siempre, un contexto que propicie la marcha del multimillonario asiático. Es complicado, pero no imposible. La última marcha reflejó que los méritos deportivos tampoco han aplacado el sentimiento de un valencianismo que está agotado de la pasividad de Peter Lim por Valencia CF.