VALÈNCIA. Pasan las jornadas y pese a la acumulación de partidos en los primeros cuatro meses de temporada con Liga, Champions y una eliminatoria de Copa del Rey el rol del colombiano Jeison Murillo en la plantilla continúa siendo residual.
Adelantado en la rotación por la joven apuesta de la secretaría técnica Mouctar Diakhaby, el centroamericano es en estos momentos el tercer futbolista de la plantilla que menos minutos ha disputado. Los 270 minutos que ha disputado Murillo (divididos en tres partidos completos Juventus, Celta y Ebro) sólo le dejan por delante de Jaume y Lato quienes sólo han dispùtado 90 minutos menos (180).
La realidad es que en ninguno de los tres encuentros Murillo ha alcanzado un nivel que haya convencido al cuerpo técnico. Ante la Juventus fue todo el equipo el que se vio superado, pero el central fue uno de los que acabó pagando los platos rotos. Un despiste ante el Celta permitió a los vigueses igualar en Mestalla, y ante el CD Ebro en la Copa se ganó pero su actuación dejó muchas dudas. Posiblemente de haber exisitido VAR en esta competición el colombiano habría sido sancionado con un penalti que cometió y una segunda cartulina que le hubiera valido dejar al grupo con uno menos.
A día de hoy Murillo y su entorno no se plantean una salida en el mercado de enero, lo cual no quiere decir que sea una opción descartada; ni mucho menos. La estrategia consiste en apurar para comprobar si el defensa comienza a entrar en la rotación en el próximo mes. Tras el partido ante el Rayo, el calendario se vuelve más exigente (Juventus, Madrid, Manchester, Sevilla) y por tanto, el técnico asturiano -fiel a su teoría- volverá a realizar modificaciones en el once inicial. Si en el próximo turno de rotaciones tampoco hay sitio para Murillo, entonces sí será el momento de plantearse su salida del Valencia CF.
La idea del cuerpo técnico es seguir contando con todos los futbolistas. Pese a que no todos están teniendo el mismo número de minutos, Marcelino y sus ayudantes están satisfecho con el comportamiento global del grupo. Ello se traduce en que, de entrada, no se plantean dar salida a ningún futbolista. Otro tema bien distinto sería que el jugador plantease a los técnicos su disconformidad con el rol adjudicado y pusiera sobre la mesa una petición para marcharse. En ese caso sí se sentaría el entrenador con su gente de confianza y tratarían de llegar a una solución consensuada buscando que ninguna parte quedara perjudicada.
Así que se impone un compás de espera. Murillo va a esperar los acontecimientos del próximo mes. Pero que duda cabe que con el rabillo del ojo vigila la puerta de salida.