Hasta hace bien poco, incluso después de la finalización de la temporada pasada, se ganaban el derecho a participar en la Supercopa de España el Campeón de Liga y el Campeón de Copa. Sólo si ambos coincidían, era el subcampeón del torneo del KO el que lo merecía.
El Valencia CF, consiguió ese privilegio por méritos propios ganando esa Copa del Centenario ante el Campeón de los últimos años, el FC Barcelona de manera más que merecida. Ganó la Copa del Rey, de España y el derecho a participar en la final de otra competición, de otro título en juego, la Supercopa, ante el Campeón de Liga.
Desde la psicología del deporte sabemos que para rendir al máximo nivel es necesario regular adecuadamente variables psicológicas como la motivación, la gestión del estrés, el enfoque atencional, la autoconfianza o la gestión de grupo, entre otras. Todo ello aplicando estrategias psicológicas o mentales tanto relacionadas con el entorno, con el trabajo de entrenadores, la intervención directa de psicólogos del deporte expertos en fútbol o de la manera que mejor se pueda siempre buscando el mejor funcionamiento psicológico de futbolistas y equipo.
La motivación, por ejemplo, es una variable básica ya que es la que marca la dirección hacia donde se dirigen las acciones, y la calidad de las mismas. De esta manera, una motivación de calidad, que favorece el óptimo rendimiento ocurre cuando los objetivos que se plantean suponen un reto, están orientados a lograr algo ilusionante y los futbolistas saben qué pueden hacer para lograr esos objetivos (entre otras cosas); mientras que una motivación quizás alta pero de mala calidad, por ejemplo, sería aquella que está fundamentada con objetivos asociadas a emociones desagradables, orientados a “no perder”, son más una obligación que un reto sin que los futbolistas tengan claro qué pueden hacer realmente para lograr lo que se proponen. Y claro, esa motivación de calidad, o no, influye (y mucho) en el rendimiento.
El Valencia CF se ganó de todas-todas el derecho a pelear por un título con otro rival, a jugar la Final de la Supercopa de España contra el Campeón de Liga. Y parece que se lo quitaron. Casi como de repente, tenía que jugar un partido previo para volver a ganarse algo que ya se había ganado, y que ya no tenía. Cambiaron las reglas del juego a mitad de la partida.
Y jugó una semifinal de una Supercopa en otro país, con un público que animaba al otro equipo, siendo además el que menos percibía económicamente de los cuatro participantes (¿acaso era el que menos “valor tenía”, cuando había ganado la Copa hace unos meses?).
Y con eso, con ya el escaso valor que se le suele dar la Supercopa, en medio de una temporada exigente en Champions y en Liga, viaja a otro país a jugar la semifinal para volver a ganarse el derecho a jugar la Final de la Supercopa.
Y con lo difícil que resulta en ocasiones manejar adecuadamente los “depósitos de motivación”, para que además sea de calidad, a lo largo de una temporada muy exigente, con un desgaste psicológico o mental que hay que regular de la mejor manera.
No parece fácil gestionar todos esos elementos para mantener una motivación de calidad; y máxime cuando se enfrenta a otro equipo que “se ha encontrado esa posibilidad” y que además juega con otros aspectos a favor: el público y el reconocimiento en forma de una mayor cantidad económica.
Una trampa psicológica o mental para el Valencia, más bien. Donde le “quitan” su derecho para después volver a tener que ganárselo quizás en inferiores condiciones. Donde además es complicado gestionar las variables psicológicas en una larga temporada con muchos frentes abiertos.
Hubiera sido diferente si, antes de que empezara la temporada anterior, las reglas del juego hubieran estado claras para todos los participantes. Pero no: a unos les “quitaron” su derecho, mientras que a otros se lo “regalaron”. Y eso influye a nivel motivacional (y por ende en las otras variables psicológicas relacionadas con el rendimiento), desde luego.
¿Casualidad que los dos equipos que ya se habían ganado el derecho de la final de la Supercopa no la disputen? Quizás. O no.
Parece que la que hubiera sido una ilusionante posibilidad de ganar otro título en el Centenario del Valencia CF, en pretemporada y a doble partido, se convirtió en tener que ganarse el derecho de una final (Buff, otra vez) en un país diferente y con las condiciones muy diferentes. Un ¿pequeño? “marrón psicológico o mental” (o trampa si queremos) para el Valencia en esta nueva e inesperada Supercopa.
Ahora toca volver a conectarse a la Liga (gestionado por ese entrenador que dicen es de “perfil bajo” que además parece tiene en cuenta muchos aspectos), reajustar otra vez el funcionamiento y seguir después de pasar el “trago” que supone enfrentarse a una “trampa psicológica” que parece ha sido disputar esta diferente Supercopa.