VALÈNCIA. El valencianismo es un estado de especulación organizado. Toda una trama social, de Mahuella a Singapur, orquestada para disimular un hecho incómodo, pequeño elefante en la habitación: el Valencia podría bajar a Segunda.
La única duda que albergo es si esa conspiración se debe al pánico, como una sonrisa nerviosa que sale en el peor momento posible; si es eso o si, por el contrario, se debe a un 'sudapollismo' colectivo. La posibilidad de que sea más importante imaginar el futuro que atender a la realidad misma.
Solo eso explica que, con el equipo temblando, con el dúo artístico 'Barachena' sujetando a sus jugadores a través de un hilo frágil, el club en toda su amplitud esté pendiente de: 1) el candidato Zorío saca una hoja en la que refleja el plan de adelgazamiento de la próxima temporada, 2) la corte de Lim viaja a la tierra de Lim para reunirse con Lim.
Dos acontecimientos con sorpresas desiguales. Sí resulta innovador lo de Zorío: tras más de diez años enseñando papelitos con cosas que no sucederían jamás, su documento confidencial sobre el porvenir del equipo tiene toda la credibilidad del mundo. Ya se sabe, el reloj roto y las horas...
Por el contrario, en la visita de los gobernadores de la colonia a la metrópolis, todo es rutina. Al menos han hecho bien no llevando al entrenador, así se disimula un patrón: cada vez que se hacen la foto en Singapur hay un entrenador distinto. Cuánta profundidad que los enviados de Lim vayan al país de Lim a contarle a Lim que las decisiones que les ha ordenado Lim están llevando al club de Lim al peor momento y por eso Lim debe estar muy cabreado con Lim y proponer a Lim una solución a futuro que encaje con lo convenido por Lim.
Unos días apasionantes antes de que la crudeza vuelva a su curso: el Valencia se jugará el descenso en las próximas semanas mientras todos disimulan.