El estadio cumple 100 años mientras se desconoce cuándo se hará la mudanza al nuevo campo

Mestalla, un centenario sin fecha de caducidad

20/05/2023 - 

VALÈNCIA. El emblemático estadio de Mestalla cumple hoy 100 años. Una efeméride anunciada a bombo y platillo por el club el pasado verano en plena operación de lavado de cara de sus dirigentes, y que hoy pasa de tapadillo ante la crisis absoluta de la entidad. No hay noticias del prometido encuentro de veteranos ante el Levante y la suciedad y el abandono (en la actualidad el estadio no tiene ni el escudo en su fachada principal que lleva ya semanas desmontado para rehabilitación), son ahora las notas predominantes en un estadio que durante cien años ha sido mucho más que la casa del Valencia CF.

Este es un breve recorrido por algunos de los momentos de la historia del coliseo de la Avenida de Suecia que desde 1923 es el hogar del murciélago, adónde llegó procedente del viejo campo de Algirós, no mucho más allá del que iba a ser su nuevo hogar.

Adiós Algirós ¡Hola Mestalla!

La compra de los terrenos para construir el nuevo Mestalla se aprueba en la junta general de socios del Valencia CF del 16 de enero de 1923 bajo la presidencia de Ramón Leonart Ribera. Los terrenos eran propiedad del Barón de Bellver y tenían una extensión de 10.000 metros cuadrados por los que el club abonó 316439.20 pesetas. Los terrenos fueron adquiridos a plazos, y la obra hizo que el gasto total (incluido lo pagado por el terreno) ascendiera a 588304.20 pesetas que se pagaron a plazos y para los que varios directivos tuvieron que realizar aportaciones personales.

El arquitecto que presentó el proyecto fue Francisco Almenar Quinzá y el constructor, Ramón Ferrer Aguilar. Las medidas iniciales fueron de 100 metros de largo por 59 de ancho y la capacidad inicial del estadio era de 14.000 espectadores. por cierto, que comenzó siendo de tierra ya que hasta octubre de 1926 no hubo césped para la disputa de los partidos. Cabe también destacar que la tribuna no estuvo finalizada hasta 1927.

El encuentro inaugural de Mestalla fue un enfrentamiento entre el Valencia FC y el Levante FC el 20 de mayo de 1923. En un primer momento se iba a escoger al Espanyol, pero la visita a nuestra ciudad en aquella época del Rey Alfonso XIII obligó a modificar los planes iniciales. El Valenciaganó por 1-0, gol obra de Montes. Arbitró el partido Octavio Augusto Milego. Los precios de las localidades oscilaban entre una peseta que costaba la general hasta las seis pesetas que se pagaban por las localidades numeradas de tribuna. La recaudación se destinó íntegramente a beneficio de la Asociación Valenciana de la Caridad. El saque de honor corrió cargo del alcalde de la ciudad, Don Juan Artal.

Las primeras reformas llegaron en 1927 llegando a dejar la capacidad del estadio en 25.000 localidades. Sin embargo, la guerra civil le pasó mucha factura al estadio valencianista. En todo ese periodo fue desde campo de concentración a deposito de chatarra. Sólo conservó la estructura, pero sin gradas y con una tribuna partida por la mitad. El deterioro llegó hasta tal punto, que Luís Casanova relataba que cuando fueron a hacerse cargo del estadio tras la contienda había incluso una plantación de patatas en una de las partes del terreno de juego.

La reconstrucción tras la guerra civil

El fútbol vuelve a Mestalla el 18 de junio de 1939 con un partido entre el llamado Recuperación de Levante y el Osasuna con triunfo por 3-0 para estos últimos. Al día siguiente el Valencia juega contra el mismo Osasuna en partido que finalizó con empate a 4. Sin embargo había una durísima tarea que acometer: la reconstrucción de un semi derruido estadio de Mestalla.

Esta vez el arquitecto fue Salvador Pascual Gimeno y el constructor José Tormo Valero. A partit de 1940 se empieza a trabajar con ladrillo para ir sustituyendo paulatinamente las gradas de madera y comenzar la reconstrucción que sería el gran paso previo a la construcción del gran Mestalla.

Dicha obra fue aprobada en junta general el 7 de julio de 1950 y le daría la posibilidad al estadio de pasar de 40.000 espectadores a 55.000. La envergadura de dicha obra planteaba una dificultades económicas de alto profundo calado pare el club. Así que la primera idea fue la de sacar pases para los socios por 15 años, sin embargo la respuesta no fue la esperada aunque lo recaudado sirvió para poner en marcha las obras.

Aún así había que seguir ideando fórmulas para financiar la obra, así que el club emitió obligaciones por valor de 40 millones de pesetas. Fueron un total de 70.000 obligaciones a 500 pesetas cada una. Sin embargo, el resultado tampoco fue el esperado y sólo se suscribieron 9 millones de pesetas. Los directivos de la época se quejaban de que los socios "primero quieren ver el campo acabado, y luego quieren pagar".

Así que hubo que hacer ingeniería financiera con los principales bancos de Madrid, en una reunión en la que el Valencia CF contó con la decisiva ayuda del entonces presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu. El coste definitivo de la obra acabó superando los 57 millones de pesetas.

La riada del 57

El sueño y la ilusión generada por la idea del gran Mestalla sufre un golpe casi mortal en 1957 con la riada que arrasó la ciudad. La tromba de agua caída sobre la ciudad entre el 13 y el 14 de octubre de 1957 tuvo efectos devastadores para el estadio valencianista.

El drenaje que se instaló años atrás en el campo parecía una macabra premonición del golpe dramático que una desatada climatología infringió al coliseo de la Avenida de Suecia. Las calles adyacentes al estadio eran auténticos ríos desbocados. 

Al equipo le pilló volviendo de San Sebastián y le toco quedarse dos días bloqueado en Zaragoza a la vuelta mientras las noticias que llegaban eran confusas y preocupantes a partes iguales. Lo primero que le llegó a la expedición es que el terreno de juego se hallaba ya cubierto de agua hasta la quinta fila y que las sillas de enea que entonces cubrían la tribuna flotaban sin control por todo el estadio.

Unas gradas que sirvieron de cobijo para mucha gente que se situó bajó de la rampa que subía al anfiteatro y otros corrieron a cobijarse en la parte alta de tribuna. El agua acabó cubriendo las porterías por encima del travesaño e inundando los vestuarios en cuyo túnel lució durante mucho tiempo una ladrillo de cerámica a unos 3 metros de altura con la leyenda "Hasta aquí llegó la riada".

El Valencia CF tuvo que pedir el aplazamiento de sus partidos y la RFEF accedió a invertir el orden del calendario con lo que el equipo jugó fuera casi toda la primera vuelta. Los resultados fueron muy negativos y acabó la primera manga del campeonato en puestos de descenso. En la segunda vuelta, la remontada fue espectacular.

El fútbol volvió a Mestalla el 8 de diciembre de 1957 en la jornada 11 del campeonato en la que el Valencia CF venció por 3 goles a 1 al Real Zaragoza. Mientras los trabajos para rehabilitar el estadio duraron meses hasta el punto que el equipo tuvo que buscar campo de entrenamiento entre las poblaciones menos castigadas por la lluvia y acabó ejercitándose durante muchas semanas en Sedaví.

Las obras del gran Mestalla habían propiciado un par de años antes una construcción sólida por lo que los cimientos y la estructura del estadio no sufrieron excesivos problemas. El tema de la hierba fue mas problemático hasta el punto de que el club aprovechó el final de la temporada para renovarla por completo con vistas a la siguiente campaña.

Por contra, y la noticia positiva para cerrar la década de los 50 fue la llegada de la luz artificial a Mestalla. El 17 de marzo de 1959 se inauguraron los focos del estadio con la disputa de un encuentro amistoso ante el conjunto francés del Stade de Reims. La propuesta inicial partió de Julio Aviñó (amigo personal de Luís Casanova) aunque la inauguración se hizo ya bajo el mandato de Vicente Iborra Gil.  Se ideó un plan de pagos de cinca años -se acabó alargando a siete- para afrontar los casi nueve millones de pesetas de coste de la operación.

Años 60 y 70 aspectos formales y nominales    

 

No se producen en estas dos décadas grandes cambios estructurales a nivel de reformas en la estructura del club. De hecho la principal variación la encontramos en el cambio del nombre del estadio. 

A petición de Julio de Miguel y en asamblea celebrada el 23 de agosto de 1969 se aprueba el cambio de nombre de Mestalla a Luís Casanova. Ese nombre se mantuvo hasta la temporada 94/05 en la que bajo la presidencia de Paco Roig se volvió al nombre original de Mestalla.

Lo más destacable de estos años es la proliferación de partidos nocturnos gracias a las competiciones europeas. Los partidos de las Copas de Ferias hacen las delicias de un público que llena Mestalla entre semana por las noches. 

Dos cambios significativos más se producen en esta época. El primero es la inauguración de las nuevas oficinas del club que pasan de la Avenida José Antonio (actual Avenida Antic Regne) a la esquina de la Avenida de Aragón con la calle Artes Gráficas. La inauguración se produjo el 15 de mayo de 1972.

Y en 1973 se ponen nuevos asientos detrás de las porterías por lo que se reducen algunas filas de la general de pie (concretamente fueron 14)  que había en esa zona que se rebautizó como sillas gol. Parte de esas filas se recuperarían en el otro gran cambio de la época de los 70: la llegada en 1978 de las butacas de plástico que sustituirían a las sillas de enea para siempre.

1982-1992: de Naranjito a Cobi, Mestalla siempre presente

La FIFA concedió a finales de los 60 la organización de la décimo segunda edición de la Copa del Mundo en España. Eso significó que los estadios procedieron a modernizarse y a ampliar la capacidad de sus graderíos. Entre ellos el Luís Casanova, que acabaría siendo ni más, ni menos que la sede de la selección española en la primera fase del torneo.

La llegada del mundial se tradujo en multitud de promesas de los gobernantes del país (en aquel momento bajo el gobierno de la UCD) de las que luego nadie quiso responsabilizarse. La crisis económica en la que cayeron todos los clubes tras el incumplimiento de las ayudas por el mundial derivó en el famoso plan de saneamiento y la ley del 92 de Javier Gómez Navarro (ministro de Cultura y Deportes del PSOE) en las que se obligaba a los clubes a convertirse en Sociedades Anónimas Deportivas.

Para Mestalla se ideó una reforma basada en dos fases que debería llevar Mestalla hasta una capacidad total de 70.000 espectadores. La primera fase contemplaría reformar toda la grada que rodeaba el terreno de juego. Y la segunda, igualar todo el estadio por la parte superior. Sólo se acometió la primera fase en una reforma cuyo coste ascendió a 300 millones de pesetas.

El proyecto (ejecutado por la empresa Huarte) fue obra de Salvador Pascual Benet y de Manuel Pascual Ventura, hijo y sobrino respectivamente de Manuel Pascual Gimeno (arquitecto que proyectó la reconstrucción del estadio tras la guerra civil y la construcción del gran Mestalla). Se demolieron las 15 primeras filas la numerada, se sección el graderío y pese a perder algo de capacidad y de profundidad la capacidad total del estadio se situó en 55.346 espectadores. 

De igual manera aumentaron las distancias de separación entre butacas para mayor comodidad de los espectadores, se retocó la distancia entre terreno de juego y grada y se aumentó el número de vomitorios para mayor comodidad de los espectadores. Se aprovechó la distancia para cambiar el sistema de drenaje del césped (considerado durante muchos años por expertos como uno de los mejores del fútbol español). La reforma condujo también a la creación y apertura de la calle Juan Reglá hasta entonces inexistente.

La inauguración se produjo el 21 de agosto de 1978 en el primer partido del Trofeo Naranja que enfrentó al Valencia CF y al Huracán de Buenos Aires con victoria de los locales por 1 gol a 0. 

Ya más tarde, en los meses previos a la disputa de la Copa del Mundo, llegaron los video marcadores de Mestalla. Cada uno de ellos iría a la parte alta de los fondos del estadio y supondrían un canto a la modernidad de aquella época que supusieron un gran impacto.

Para comenzar, habrá que decir que al club no le costó nada aquella nueva seña de modernidad servida por la marca japonesa Mitsubishi Electrics ¿Cómo se pagaron y quién se hizo cargo de aquel coste -por cierto- nada económico-? Es un misterio que a día de hoy sigue sin conocerse. Tras una ceremonia de inauguración en petit comité con los directivos de la firma oriental y la presencia del presidente Ramos Costa, el Valencia CF (como otros muchos clubes adscritos a las ayudas para el mundial) comenzaron a utilizar aquellas primitivas pantallas.

Al poco de acabar el mundial, Mitsubishi reclamó los pagos de los videomarcadores y nadie se quiso hacer cargo de los mismos. Al no llegar a un acuerdo los clubes de primera hicieron frente común instando a la compañía a que los desmontara y se los llevaba. La broma salía más cara aún con lo que los japoneses alcanzaron un acuerdo para la explotación comercial de las pantallas. De ese modo se resarcía de la inversión y por otro lado los clubes podían seguir utilizando dichos marcadores. En la tempiorada 96/97 las obras de ampliación del Gol Gran obligaron a desmontar el video marcador del Gol Sur.

Por cierto, que también en el capítulo anecdótico cabe señalar que con el tiempo, las butacas blancas del fondo de las porterías fueron sustitudas por otras de color verde. El motivo fue las constantes quejas de los futbolistas ya que cuando dichas butacas no eran ocupadas, era complicado ni siquiera distinguir el travesaño de las porterías.

Ramos Costa tuvo que escuchar muchas críticas en su momento por correr con los riesgos de aquella reforma. Las promesas de financiación gubernamental en forma de ayudas por el mundial se las llevó el viento y a partir de 1982 el Valencia CF entró en una crisis económica profunda que se llevó por delante ese mismo año la presidencia de un Ramos Costa que tuvo de dimitir ya que la asamblea de socios no le aprobó las cuentas y al propio club que estuvo a punto de descender a segunda división en la temporada 82/82 y que tras salvarse de manera milagrosa, consumaría su descenso en la 85/86.

Diez años más tarde, Mestalla sería nuevamente protagonista en el otro macro evento del deporte mundial celebrado en nuestro país: los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Mestalla fue subsede olímpica en la categoría de fútbol, y fue nuevamente el hogar de la selección Española que (contrariamente al fracaso del 82), acabaría proclamándose medalla de oro. Jugó en el estadio valencianista todos los partidos (excepto el de la final). A nivel estructural, los Juegos Olímpicos no trajeron ninguna mejora a la estructura de Mestalla, aunque le volvieron a dar un lugar pre eminente en otro gran evento a nivel mundial.

La reforma del 98, un intento a medias

Hasta, mediados de los 90 no se vuelve a tocar la estructura del estadio para una nueva remodelación. Bajo la presidencia de Paco Roig el club pretende remodelar todo el estadio de Mestalla. La idea era hacerlo por fases, en ambos fondos y en el anfiteatro se levantaría un tercer anillo que se coronaría igualando con la tribuna.

Tras eliminarse por ley las localidades de pie en los estadios españoles, el aforo de Mestalla se reducía hasta los 40.000 espectadores aproximadamente, así que en 1996 comenzaron las reformas. El proyecto inicial contemplaba cubrir toda la grada y elevar su capacidad hasta los 62.000 espectadores.

La obra fue ejecutada por la Unión Temporal de Empresas formada por Cubiertas y por Proyectos y Construcciones. el proyecto fue diseñado por Esteban Peiró y Manuel Pascual Ventura ofició como asesor del club. En uno de los parones de las obras, Vicente Ordura relevó a Esteban Peiró.

Finalmente las obras fueron denunciadas por los vecinos del barrio de Mestalla. De hecho, la sentencia, que aún no se ha ejecutado por el Tribunal Supremo, obliga a la demolición de esas tres gradas.

La sentencia de 2006 deja sin efecto la modificación del plan general del Ayuntamiento de Valencia por la que se aprobaba esa reforma y que aumentaba en casi 15.000 asientos la capacidad del estadio. Finalmente la capacidad del estadio tras esa ampliación quedó fijada en 53.000 espectadores.

Nada se ha vuelto a modificar desde entonces en la estructura del viejo coliseo de la Avenida de Suecia. Tan sólo cabe apuntar el lavado de cara que bajo la presidencia de Amadeo Salvo se produjo en 2014 en el que la empresa Molca pintó por fuera el estadio con colores naranja y negro, puso en los balcones de la tribuna lonas recordatorias de algunos de los mejores jugadores de la historia del club y por dentro también utilizaron los colores naranja y negro para dibubar un inmenso murciélago que ocupa toda la grada de la mar y los sectores cubiertos que recaen justo debajo de la ya mencionada.

A día de hoy, de ese lavado de cara queda poco. La suciedad, el desgaste y el abandono son las notas predominantes en un estadio que sufre por parte de sus responsables el mismo abandono que el club. De fondo la inacción durante años del Nuevo Mestalla que debería ser el nuevo hogar del valencianismo y cuyas obras siguen paradas pese a las promesas de Meriton cuando se hizo con la mayoría accionarial de la entidad. Este centenario no tiene una celebración a su altura, ni fecha de caducidad.

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