VALÈNCIA. El 'nuevo' Levante de Felipe Miñambres echará a rodar este miércoles en Oviedo. Será lejos de casa y en una de las peores plazas para torear de la Segunda División. El aplazamiento del encuentro ante el Andorra, que debía haberse disputado el pasado sábado pero que quedó visto para nueva fecha -todavía sin confirmar por ambos clubes, que tienen este mismo miércoles como fecha tope para ponerse de acuerdo- por culpa del trágico incendio del barrio de Campanar, llevará al conjunto de Orriols a estrenar inquilino en el banquillo en un estadio complicado.
Y es que el conjunto de Luis Carrión llega a la cita de este fin de semana tras un importante traspiés en Valladolid, pero sus registros como local sostienen su rumbo. Ese mismo rival, y ya con Carrión al timón del barco asturiano tras relevar a Álvaro Cervera, fue precisamente el último en sacar una victoria del Carlos Tartiere... en septiembre. Es decir, el Real Oviedo no pierde en su feudo desde hace cinco meses y solo ha caído en casa una vez este curso. De hecho, de solo contar los resultados en el Tartiere, los ovetenses estarían en plazas de promoción de ascenso. El Levante, con 23 puntos de 39 posibles en el Ciutat, clasificaría por debajo del bagaje real: 13º.
En términos absolutos, los granotas solo han pedido dos encuentros en Orriols, pero el cúmulo de empates de la 'era Calleja', también como local, merman la estadística. Ante el Oviedo, de hecho, el Levante recoge números demasiado tibios que hoy no sacarían al equipo de su particular agujero: en el siglo XXI, ambos clubes se han enfrentado en cinco ocasiones y, si los levantinistas se han llevado el gato al agua, ha sido jugando en el Ciutat. Ha sucedido dos veces, el pasado curso y en la mítica victoria de 2017. En el Tartiere, sin embargo, el Levante no tiene un buen acumulado. No ganó ni siquiera el año del último ascenso, cuando el conjunto de Muñiz arrasó en Segunda. La temporada pasada, Mehdi Nafti volvió con un empate.
¿Y qué viene después? Miñambres tendrá un hueso duro de roer para empezar su nueva andadura en los banquillos y, dos semanas después, visitará el dentista de la categoría. Tras recibir al Sporting de Gijón -otro oponente de muchísima altura-, el viaje a El Plantío volverá a aparecer como un reto para el nuevo técnico. El Burgos es el mejor local de Segunda División: todavía no ha perdido en su feudo y, con solo cuatro empates y 10 triunfos, ha sacado 34 de esos 39 posibles. La diferencia es que al elenco de Jon Pérez Bolo le cuesta horrores sumar lejos de casa -clasificaría en descenso en una tabla hipotética en ese sentido-. Sin la visita del Andorra, previsto como un rival asequible para empezar con buen pie la 'era Miñambres', al astorgano le tocará torear en las peores plazas.