VALÈNCIA. En toda lesión juega un papel esencial el modo de recuperación y las sensaciones del deportista durante la misma. Y en la que sufrió Morales en San Mamés, todavía más. El Comandante tiene una pequeña fisura y un edema óseo en la meseta tibial de su rodilla izquierda, un daño muy lejos de lo que en un primer momento hizo presagiar su gesticulación a propios y extraños. No tanto por la fisura, que el Levante matizó como "fuerte contusión", sino por un edema que, de no tratarse bien, podría llegar a complicar la recuperación.
Fisios y readaptadores de dentro y fuera del club aseguran que, por esa misma razón, habrá que tener "mucha calma" en la recuperación, pese a que el jugador quiere estar lo antes posible y, sobre todo, se ve con posibilidades de conseguirlo después de que sus propias sensaciones pegasen un giro de muchos grados la misma noche del lunes. Ya entonces era optimista con no perderse lo que resta de temporada, que es lo que podría pasar "si el edema no recupera como es debido". Entonces la lesión se podría ir a los más de cuatro meses de baja, también en función de la zona donde esté ubicado el edema. Pero en este caso parece que Morales ha tenido suerte.
Además, la rodilla zurda es una parte del cuerpo que el propio capitán levantinista se cuida especialmente. Ha sido habitual verle con vendaje o cintas de kinesiología en alguna sensión de entrenamiento semanas atrás. Y es que, por si no fuera suficiente, las características de Morales como jugador -velocista de ataque, dinámico y con necesidad de forzar la zona contínuamente- obligan a cuidar mucho más la zona. De ahí que, mientras que el Comandante quiere agotar sus opciones para estar incluso el próximo sábado, en el club son mucho más cautos. Por dos razones: para confirmar un regreso de la mayor garantía posible y sobre todo para evitar males mayores. Y es que una recaída de ese edema por una mala recuperación o por no remitir del todo el coágulo sí que podría hacer al líder del equipo decir adiós prácticamente al curso en plena lucha por consumar el milagro.
El grado de la fisura también influye en el tiempo de baja del capitán. En función de la magnitud de esa contusión podría perderse más o menos partidos. De hecho, una fisura media, sin necesidad de ser grave, puede hacer a un deportista parar durante un mes o más. Sin embargo, la ingravidez de inicio de la dolencia hace que sea lo que ahora mismo menos preocupe, dentro de lo que cabe, a futbolista y cuerpo médico. Tendrá que parar, eso es seguro, pero por ese problema no tendrá que esperar sentado en la enfermería por tanto tiempo.
La realidad es que, de momento, nadie descarta que pueda estar el próximo sábado contra el Espanyol. Es complicado, eso sí, incluso poco aconsejable, pero no descartable. Sobre todo, por las sensaciones del jugador, cuyo dolor había aminorado significativamente y compromiso del cual está fuera de toda duda. Quiere estar en un encuentro, el de la jornada próxima, que se antoja clave para determinar si el Levante sigue en la pelea por la permanencia milagrosa o se queda casi definitivamente anclado en la zona roja de la tabla. De no ser por la situación clasificatoria que atraviesa el cuadro de Alessio Lisci, quizá Morales miraría directamente al partido ante Osasuna.
Ese es, de hecho, el día que está marcado con un color más fosforescente en el calendario del número '11' de los azulgrana, el sábado siguiente a la visita del Espanyol. Después, además, hay un parón liguero por fecha FIFA, lo que hace más asumible que Morales, en el peor de los casos que a día de hoy se han abierto sobre la mesa, pueda perderse solo dos partidos. En el peor de los casos ahora mismo contemplados. En definitiva, lo lógico y recomendable es que Morales repose y el edema remita de manera efectiva, aunque el deseo del futbolista, que ya ha empezado a trabajar en esa recuperación, vaya por otros derroteros.