VALÈNCIA. Sería apaciguante y cómodo, muy cómodo, explicar esta otra temporada del Valencia entre la nada como producto de un accidente. La oficialidad -la que queda, menguante y torpona- se empeña en que así lo parezca. Un accidente como resultado de una concatenación de desdichas: si la inversión en Marcos André hubiese funcionado, si el sistema defensivo hubiera carburado, si Bordalás esto u esto otro…
El periodista de datos de Valencia Plaza, Guillermo R. Gil, contrastaba este lunes que el equipo está donde la pujanza del club determina: ‘El Valencia acaba la temporada en el puesto que le pronosticaban las finanzas’. Hasta ocho instituciones tienen previsión de una cifra de negocio mayor
Y ese determinismo entre negocio y resultados es la prueba de cargo de un descalabro. No es que al Valencia le vaya mal, es que el Valencia se ha empequeñecido de tal manera que la mitad de tabla es la norma, y no la excepción. Anil Murthy se autoproclama ‘hombre de business’. Pero deberá aclarar que del business chungo, el que para resolver problemas descapitaliza a la institución y la condena a ahogarse en su propia miseria.
Como el club no es el centro de importancia para el holding que lo posee, sino una pieza en tránsito, apenas se repara en el descenso histórico que supone vaciarlo de posibilidades, castrarlo. El holding detiene el tiempo del Valencia a sabiendas que a la organización supranacional, a miles de kilómetros, apenas le afectará lo que suceda en Mestalla. En cambio, al Valencia se le incapacita para poder avanzar.
Han logrado que una mala temporada sea una temporada estándar. Hasta los dos últimos años el equipo prolongaba cierta pujanza porque se aprovechaba de ciclos anteriores -con jugadores establecidos, mecanismos propios, ramalazos de talento- que le permitían defenderse en la competición. El principal inconveniente es que cada temporada las plantillas tienen menos que heredar de la anterior.
Qué paradoja: la única viabilidad del Valencia pasa por ensanchar sus finanzas, pero cada verano las estrecha. Con la llegada del calor, el holding se dispone de nuevo a poner a dieta a quien necesita con urgencia ser alimentado.